Todos somos gallinas del Eresma

Parece que la subida de los peajes no va con nosotros. Ni políticos ni ciudadanos, ni FES, ni Cámara, ni otras y variadas instituciones abanderan la protesta por la subida de unos pocos céntimos qué, por lo visto, debemos pensar, no van a ninguna parte.

Pues sí. Sí que van.

Todos esos céntimos por los que aquí no se ha movido nadie, se van al corredor del Henares, o al polígono de Illescas donde las empresas pueden asentarse para llevar y traer sus mercancías a Madrid sin pasar por el todopoderoso peaje de San Rafael. Y señores, si se van a Azuqueca de Henares o a Ocaña, esos céntimos se convierten en millones de euros que no vienen al polígono de Bernuy de Porreros, ni al puerto seco de Prado del Hoyo ni al CAT (ahora llamado CIDE y más pronto que tarde convertido en dependencias municipales). No vendrán ni ahí, ni a ninguna de las ubicaciones segovianas por las que supuestamente luchan nuestros mandamases tratando de posicionarlas ante unos inversores faltos de romanticismo. No vienen ellos y no vienen sus empleados, y sin unos ni otros, no hay que construir casas, ni colegios, ni montar nuevos negocios locales de clases de inglés o que vendan pan. Por ejemplo.

Así nos luce el pelo. Ni uno movemos. Ni políticos, ni ciudadanos.

Nuestros políticos, unos y otros, nos cuentan que se desgañitan en atraer empresas, industrias e inversores que produzcan riqueza y generen un cambio en el modelo de ciudad, sin embargo, no hace falta ser Einstein para saber que aquí tienen una de las razones de por qué sus supuestos esfuerzos son baldíos.

Para ir y venir de Segovia a Madrid, un “cocherito leré” tiene que soltar mínimo 14 euritos. Si hablamos de un camión ya nos vamos a 40 (redondeando) Hagan ustedes las cuentas. Una empresa con, digamos, cinco camiones llevando ventanas de aluminio, sacos de hormigón, patatas o gallinas, se pone en 4.000 euritos al mes sin despeinarse, sólo de peajes. Sale más a cuenta criar las gallinas junto al Henares que en la ribera del Eresma. Y todos somos gallinas del Eresma.

Y así las cosas, nada. Nadie da un paso al frente para abanderar una protesta que estaría más que justificada. Sólo algunas voces tenues se han erigido amonestando la medida. De una parte, los vecinos de San Rafael afectados directamente por este nuevo incremento y sin visos de variante que dé solución a los atascos e inseguridad que producen los más de 10.000 conductores diarios, y de otra, la del presidente de la Agrupación Segoviana de empresarios del Transporte,  Juan Andrés Saiz, que sabiendo más del paño, también como nosotros desde aquí, llamaba a la movilización ciudadana ante lo que califica de un nuevo atropello del ministerio liderado por el hasta hace poco vecino de Valladolid, Óscar Puente.

Así difícilmente vamos a cambiar nuestro modelo de ciudad. A lo mejor, lo que nos gusta es conformarnos con que esos céntimos de más que tienen en Noblejas o Alcalá de Henares lleguen aquí los fines de semana. Eso va a ser. Lo que nos gusta, es que vengan con sus céntimos a por los judiones y cochinillos y de paso se hagan una foto en el Alcázar, que eso sí que es romántico.