Buscando paraguas

Estamos viendo estos días riadas, inundaciones y torrentes desenfrenados por causa de las tormentas que de punta a punta llegan (tarde) a reducir el impacto de la implacable sequía, pero ¿qué quieren que les diga? para tormenta buena la desatada por el que, de momento, es el presidente de la nación. Elecciones en verano. Tormentón. Que no sabe uno si buscar cobijo o salir corriendo. Y no hay elección (valga la redundancia). Tormentón, tormentón.

Los morados están buscando paraguas contrarreloj.

Yolanda, que tiene uno nuevo, y que ya se lo había enseñado -y ofrecido cuando lo estrenó, tan blanca y radiante ella- a su amiga Colau, ahora le toca cambiarlo, ya que entonces las nubes no se habían tornado negras aún y los morados seguían al sol que aún y más calentaba, pero ahora… corre, corre, que te mojas…

Y sigue lloviendo. Y bajo la lluvia que no cesa, ya no hay dinero para paraguas en la caja naranja, y chubasqueros azules no sé si habrá para todos, pero sigue lloviendo, y los barones calados y con la incertidumbre de saber si sus paraguas aguantarán lo suficiente para tanta agua y para tanta gente.

Y sigue lloviendo y aquí nos estamos mojando todos.

El que se iba a la montaña, a la costa, de campamento, de festival, al pueblo, en definitiva, de VE–RA–NE–O no sabe qué meter en la maleta porque el tiempo está muy caprichoso y el señor Sánchez… ¡ni te cuento!

¿Voto por correo? ¿Mesa electoral? No se habla de otra cosa y todos andamos buscando un paraguas.

Pero tengamos paciencia que no nos queda otra. Tiremos del refranero español para aliviarnos con su sapiencia popular. Se me ocurre oportuno el dicho “Aguas revueltas, ganancia de pescadores” -y todos sabemos que las gaviotas manejan este arte con destreza- y también, para esperanzar más nuestros ánimos los famosos “nunca llovió que no escampara” o “tras la tormenta viene la calma”.

¡Ojalá!