
La situación de Doñana es cada vez más alarmante. La falta de precipitaciones en la zona, sumada a la sobreexplotación del acuífero y a cientos de pozos ilegales, está llevando al ecosistema al borde del colapso. El cambio climático está siendo cada vez más dañino y profundo, lo que se traduce en temperaturas inusuales y escasez de precipitaciones, lo que provoca que los embalses estén cada vez más vacíos.
Esta situación se agrava en Doñana, como se puede ver en la imagen satelital proporcionada por Copernicus, el programa de observación de la tierra de la Unión Europea. La comparación de dos fotografías satelitales de la cuenca del Guadalquivir en abril de los años 2022 y 2023 muestra el impacto en la zona de Doñana y la sequía que cada vez se agrava más y más.
Además, la ley de regadíos de la Junta de Andalucía está contribuyendo al problema, al pretender legalizar los regadíos en el entorno de Doñana, lo que permitiría que amplias zonas de Doñana pudieran ser agrícolas regables. Esto es un peligro para el medio rural y el medio ambiente, especialmente en un momento en que la sequía es cada vez más preocupante.
La protección del agua debería ser la prioridad de los distintos gobiernos para preservar Doñana. La UNESCO amenaza con incluirlo en su lista de patrimonio en riesgo, lo que afectaría negativamente a la imagen, al asociar Doñana con prácticas insostenibles. Además, la biodiversidad se vería afectada y la sequía se agravaría, lo que tendría graves consecuencias.
Por todo lo anterior, se ha convocado una manifestación para el próximo 14 de mayo en Sevilla por la plataforma “Salvemos Doñana”.
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