DE CALZONAZOS Y COSAS

UNOS: Los que toleran que ese centro sanitario  llamado Recoletas se siga amparando en esa vista gorda que se hacía a su predecesor, amparado por la caritativa denominación de Hospital de la Misericordia, para seguir ocupando con sus vehículos sanitarios media calzada en un tramo de calle de apuradísima doble dirección. Allí realizan cargas y descargas de pacientes sin respeto a su intimidad, cuando a la institución le sobra espacio en sus amplios solares y la via además de muy transitada, es  una de las dos de acceso al casco antiguo y de entrada a  un enorme parking.

OTROS: Que realmente son los mismos. Los que permiten que los dueños del Alcázar se forren todavía más, como diría Feijóo, con los rodajes cinematográficos, a cambio de que los vecinos se queden durante todo ese tiempo sin poder ocupar NINGUNA de las plazas de aparcamiento de la zona. ¿A quién se debe el Ayuntamiento? ¿Quiénes les pagamos sueldos, tasas, impuestos de circulación y de aparcamiento?

Y OTROS: Los kulturetas segovianos que tragan/tragamos  indignamente con los tan incomodos como vergonzosos  asientos (no creemos que la RAE autorice a llamar butacas a esos engendros de anclaje dudoso que tanto mamá Dipu como papá Ayun instalaron en su momento en sus respectivas propiedades conocidas como Teatro Juan Bravo y Sala Expresa.

Es cierto que son mejores que los bancos corridos y sin respaldo de los cines de Bangladés, como nos dijo una vez una autoridad y que las comparaciones son odiosas, pero …

Y UNA COSA: Para terminar siendo fieles al nombre de esta seccion. La historia tan emocionante que nos cuenta la concisa etiqueta de esta allium cepa, una planta herbácea bienal perteneciente a la familia de las amarilidáceas y comúnmente conocida como cebolla. Originaria de asía llego a Europa traída por los sibaritas romanos.

La de nuestro cuento hizo el viaje al revés. Nacida en el lejano Perú, fue trasladada a la madre patria por el negrero o para ser más exactos cebollero Duart Blay, que la descargó en la localidad valenciana de  Almussafes, donde fue adquirida por el mismísimo Juan Roig Alfonso, que por lo visto no tenía bastantes con las que crecen por allí, y la envió antes de que se pusiera malita a un Mercadona que tiene este magnate y benefactor de cajeras y reponedoras en La Lastrilla, localidad segoviana de alto nivel de vida, descanso de guerreros y alcaldesas y en la que tampoco deben abundar las amarilidáceas. No tuvo mucha suerte en la vida; ella querría haber sido sacrificada y rellena en Casa Zaca, pero acabo hecha sopa en el humilde hogar de un plumilla. Y colorín colorado.