Recetas para todos

Parece que se está poniendo de moda entre la clase política (que tiene de todo menos clase) lo de entonar el mea culpa y salir a la primera de cambio con el pido disculpas. “Sé que no estuvo bien y por ello me disculpo, para que vean ustedes lo cercano que estoy de los mortales y no tan mortales, y campechano como los reyes.

Hasta aquí nada que decir, está bien lo de disculparse. Dar las gracias y pedir perdón es de primero de educación, pero estaría bien que además pasaran a segundo y como los mortales aprendan a asumir responsabilidades y aceptar los castigos.

Aquí lo de dimitir no se estila aunque la hayas liado muy gorda.  ¡Vamos, estaría bueno! pero digo yo que algún castiguito o sanción del mismo palo que nos aplican a los demás no estaría mal.

Para el resto no vale sólo con las disculpas. ¿Qué te saltas el toque de queda? Tres mil. ¿Qué sigues con tres clientes remolones en el bar fuera de horario?  Tres mil. ¿Fumando sin distancia? Tres mil. ¿Sin mascarilla? Tres mil. ¿Qué es la boda de los chicos? Tres mil a cada uno…y así suma y sigue.
 

Y el caso es que lo vamos dando por bueno como por bueno damos y agradecidos estamos, de que sean tan humanos agachando las orejas en el púlpito tras haber hecho una fiestecita de nada con menos gente de la que podía haber sido y eso sí, con distancia, como se veía en las mesas, no más de ocho que por lo visto debían ser convivientes.

En resumen, que yo no puedo hacer una boda ni enterrar a mi abuelo. Si lo hago, me la juego y si me pillan pago, porque con pedir perdón creo que no cuela.

Bien estaría que Pedro J y sus ilustres invitados, de todos los colores,  tuvieran también una receta de esas de a tresmil, pero no me consta que así fuera, no salvo que como los universitarios tuvieran un grupo de whatsapp y un fondo común para hacer frente a los imprevistos.