Se acerca el 25 de Octubre, el día del patrón de nuestra ciudad, San Frutos “pajarero”. Y pajarero, ¿por qué? Pues bien, aunque hay muchas historias acerca del origen de su sobrenombre, una de las más extendidas es que es precisamente en la amanecida del día de este Santo cuando se salía al campo para aprovechar a cazar pájaros que estaban migrando con cepos y liga. Por el contrario, la otra creencia que se tiene es que este Santo era un gran amante de las aves, tanto, que incluso realizó algún que otro milagro con ellas como protagonistas. Si nos ceñimos a esta segunda teoría igual nos daba con el libro en la cabeza si se enterase de muchas de las cosas que hacemos con los pájaros…
Tipos de caza de aves hay muchas. Cuando el hambre ha apretado eso de: “ave que vuela, a la cazuela” se ha estilado mucho; de ahí surgieron los tan típicos “pajaritos fritos”. Paralelo a este tipo de caza surgió otro: el Silvestrismo, con un fin que nada tiene que ver con comer, sino con algo mucho más estético y ornamental; aunque los métodos empleados son en muchos casos los mismos. Ambos dos aunque llevan años prohibidos, siempre hay quien decide saltarse estas restricciones; como ocurrió el pasado 14 de Septiembre cuando el Seprona de Segovia sorprendió a dos personas cazando jilgueros (ave protegida) en Torredondo con un método especialmente prohibido del cual hablaremos después.
Silvestrismo es el nombre que recibe la captura de ciertas aves para su posterior adiestramiento del canto, cría en cautividad y cruce con otras especies para conseguir ejemplares más llamativos sonoramente. Para esta práctica, las especies clave son aquellas que pertenecen a la familia de los fringílidos, las que comúnmente se denominan “aves cantoras”, que en España son las siguientes: jilguero, pinzón, verderón, serín verdecillo, pardillo, lúgano, camachuelo… Esta práctica, con más de 40.000 aficionados en toda España, es un proceso que consta de varias partes: captura y selección, segunda selección y devolución de ejemplares no considerados aptos y por último, el adiestramiento y participación en concursos.
En cuanto a la captura se emplean diversos métodos, algunos de los cuales están muy penados, ya que producen lesiones e incluso mutilaciones en los pájaros. El más aplicado y menos nocivo serían las redes, en concreto la llamada red japonesa, usada incluso en casos de estudios como anillamientos científicos de aves. Aun así su uso debe de estar justificado, ya que el animal que caiga ahí (que puede ser cualquiera, no sólo un pájaro) estará sometido a una situación de alto estrés hasta que sea liberado; y también hay que darles un uso responsable, ya que muchas de estas redes (al igual que las del mar) quedan abandonadas en páramos produciendo un daño prolongado.
El otro método dedicados a este fin es el uso de liga, que es precisamente de la que hablábamos antes; esta especie de pegamento (de origen sintético o natural) se impregna en las ramas más invitadoras, los pájaros se posan y quedan atrapados por las patas, entran en pánico al sentirse atrapados, y al aletear el plumaje de las alas y la cola también queda pegado, si no se les libera rápidamente (empleando sustancias para disolver el pegamento) puede ocasionarles daños severos. En esta trampa también
En los sistemas de captura se utiliza un “cebo”, en este caso llamado reclamo. Consiste, bien en una grabación, o bien en un ave (generalmente una hembra) de la especie que se quiere conseguir, enjaulada; ambos métodos hacen que otras aves curiosas se acerquen atraídas por esa llamada y caigan en la trampa. Además, el tener una especie de ave que es presa potencial de otras, enjaulada ocasiona “accidentes imprevistos”; muchas son las historias de rapaces que han cazado esta “comida en lata” que se han encontrado en medio del campo. El emplear una grabación del canto puede no parecer algo muy malsano si lo comparamos, sin embargo, ni siquiera los fotógrafos de naturaleza tenemos permitido esto para conseguir un buen “disparo”, ya que puede producir alteraciones en el comportamiento natural.
Una vez que se han seleccionado los ejemplares adecuados, estos empiezan su educación del canto; que no es otra cosa que estar encerrados en una jaula sin apenas luz, en la que reciben como único estímulo el sonido del canto que el silvestrista quiere que aprenda e imite. El que tiene la mala fortuna de ser un buen pupilo, se habrá condenado el resto de su vida a eso, estar en una jaula (si consigue sobrevivir a la cautividad, que no siempre es el caso), cantar en concursos y servir como macho reproductor; cosa que igual a algún humano no le parece mala vida, pero los pájaros nacieron para volar, privarles de su carácter más distintivo es cuanto menos cruel. Tampoco el ser malos estudiantes les asegurará la libertad en la mayoría de los casos por desgracia.
Y, ¿cómo está la ley al respecto? Pues bien, en 2009 la Directiva Aves en su marco general protegía de la captura a todas las especies de avifauna europea (a excepción de las consideradas cinegéticas en sus vedas correspondientes); aunque después en su Artículo 9 contemplaba algunas excepciones: estudios científicos, salud pública… Cuando entró en vigencia esta ley, el colectivo de silvestristas pidió un margen de adaptación para poder hacerse con un “stock” suficiente de ejemplares salvajes para después criar en cautividad. Estas capturas “especiales” se hacían bajo previa petición de un permiso por parte de la Comunidad Autónoma correspondiente, y se realizaron hasta el año 2018, momento en el cual la Comisión Europea consideró que ya era suficiente y estuvo a punto de condenar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por llevar tantos años infringiendo la directiva.
Los silvestristas siempre abogan que en la práctica de su afición se ven afectadas cifras muy bajas de especímenes, cifras totalmente compatibles con su conservación. Sin embargo, entre el año 2013 y el 2018 se expidieron permisos para la captura de más de 1.700.000 fringílidos, no sé al resto de vosotros, pero a mí no me parece un número tan pequeño, y más teniendo en cuenta que año tras año las aves tienen que hacer frente a más trabas para sobrevivir: ocupación del hábitat, cambio climático, falta de recursos… Y mucho me temo que esa cifra es sólo la punta de un gran iceberg, ya que como todo, tiene sus prácticas clandestinas; prueba de ello es que después de llevar tiempo prohibido, siguen apareciendo casos de intervenciones todos los años, en la provincia de Segovia sin ir más lejos, el pasado 2019 se llevaron a cabo tres operaciones relacionadas con esto.
Personalmente, en mis círculos más cercanos siempre ha habido alguien que tenía un pequeño jilguero en una jaulita de madera en la cocina, y en todos los momentos que he pasado cerca y lo he oído cantar nunca he sentido eso de “canta porque está contento”. Nunca hay que confundir que un pájaro enjaulado cante con que está contento, el canto es pura comunicación; al igual que no siempre que un perro ladra está feliz por algo. Por lo que si, al igual que San Frutos, eres un amante de las aves y sus trinos, lo mejor que puedes hacer para disfrutar es plantar un árbol; teniendo cerca un árbol, lo que puedas disfrutar viendo en una jaula, lo tendrás un centenar de veces multiplicado, os lo aseguro que he vivido cerca de una gran bardaguera toda la vida.
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