A todo correr
va este mundo ciego
que no sabe volver
adonde volvió Uliseo:
Al hogar de Penélope
tejiendo de día
y de noche destejiendo
hasta el alba, pobrecita.
Las sirenas ya no suenan
entre Sicila y Caribdis.
¿Qué fue de aquellos
amores imposíbiles?
Nada de nada perdura.
Todo es verdor de las eras…
y cuando se hallan maduras
se acaba la Primavera.
Primavera de la vida
¡quién te tuviera
amarrada a los ojos
sin lágrimas, ea!
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