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LUIS MORO: “LA INTERVENCIÓN TIENE QUE VER CON LA GRANJA, CON MÉXICO, CON AUSTRALIA… ES UNA METÁFORA DE CÓMO ESTÁ EL PLANETA”

Luis Moro abre un claro del bosque incendiado que resiste en el corazón de la gran ciudad

SegoviaDirecto.com | 788 Martes, 28 de Enero de 2020 Tiempo de lectura:

Abrir un claro del bosque incendiado, pero que aun así resiste en el corazón de la gran ciudad. Es la más reciente propuesta del artista segoviano Luis Moro, que expone hasta marzo la muestra ’Resistencia animal’ en el Museo de la Ciudad de México.

[Img #54135]En esta ocasión, Moro nos ofrece una mirada hacia los seres vivos que subsisten en la megalópolis, el mundo imperceptible de los pequeños seres y otros de gran tamaño que sobreviven en la periferia, cuyo hábitat se encuentra en peligro y que cada vez se vuelven más vulnerables e invisibles. En la jungla urbana donde aún habitan algunas especies, las instalaciones, obras pictóricas y sonoras e interactivas del artista muestran al animal como símbolo de resistencia. De vida.

 

En un 2020 que desde sus primeras estaciones toma el dramático testigo del 2019, con pavorosos incendios que asolan el planeta, del Amazonas a Australia, pasando por Guadarrama, el claro del bosque ya no se presenta a la manera de María Zambrano, como una “claridad aleteante” donde “ligeramente se curva la luz arrastrando consigo al tiempo”, sino que su frescor se oscurece, sus alas reptan y su tiempo se difumina al carboncillo en una cuenta atrás vertiginosa.

 

Moro, como Zambrano, como Machado, prendado de la naturaleza de Segovia y prendido de su luz, se ha inspirado también en nuestra sierra, herida, para decirnos cosas importantes a través de su poesía plástica. Como explica el propio artista, en la instalación del Museo de la Ciudad de México, “el ciervo con el bosque incendiado, tiene que ver con La Granja, con los incendios de Australia, con los incendios que tuvimos en el estado de México el año pasado. Es un poco como una metáfora de cómo está el planeta. Mi conexión sobre todo es México-Segovia, que son los dos sitios donde paso más tiempo, pero obviamente es una mirada hacia el planeta y hacia los seres invisibles que pasan desapercibidos. Se habla de las hectáreas quemadas, de los árboles, de las personas que sufren estos desastres naturales, pero no se habla de lo que va mi trabajo: de todos estos pequeños seres, insectos, mariposas, abejas…”.

 

[Img #54136]

 

El crítico de arte segoviano Rodrigo González Martín, lector profundo y sensible de la obra de Luis Moro en el tiempo, nos traduce este último trabajo así: “Veo un doble mensaje... El dibujo soberbio... inquietante y esperanzador... Veo cables retorcidos y desconectados... pájaros posados y dando vida al único cable que aún transporta palabras... Combinando dos perspectivas que alimentan un relato sugerente…”.

 

El embrión de esta muestra ya palpitaba en el ‘Viaje al paraíso’, obra de la reciente ‘Triaca’ en la que compartía visiones con Antonio Gamoneda. “Cunden las pústulas y las cintas de los aceites industriales, y hay serpientes, y acónito, y patíbulos en la cintura de las amapolas”, recitaba el poeta en la onírica realidad aumentada. Y los insectos volaban cargados de los simbolismo, contradictorios y complementarios de cada artista. Ya entonces, ambos señalaban lo fundidos que pueden estar los paraísos naturales con los infiernos artificiales. Ahora, en la ‘Resistencia animal’, Moro amplía la misma idea y nos invita a mirarnos en ese “espejo que tiembla”, transparente y negro.

 

A menudo se nos olvida que el ecosistema que no es habitable para el resto de especies, tampoco lo es para nosotros. Nos lo recuerda la memoria del agua, cuando se desparrama el Clamores si llueve más de la cuenta o se hunde la Ciudad de México a medida que se seca el lago que fue. Pero en esta ’Resistencia animal’ también hay esperanza en la fuerza de la naturaleza. El arte de Luis Moro es, como la vida, pura mutación. Por eso los animales, junto a los humanos desnaturalizados, se han adaptado a la jungla de cristal. “Y no se olvidará nunca que la curvatura de luz y tiempo no es castigo, o que no lo es solamente, sino testimonio y presencia fragmentada de la redondez del universo y de la vida (…)”, iluminaba María Zambrano en sus ‘Claros del bosque’.


“Animales y señales de tráfico integrándose en la ciudad, un poco como resistiendo”

 

[Img #54147]En palabras del curador José Manuel Springer, quien realizó el texto curatorial de la muestra, “a lo largo de su carrera artística Luis Moro ha demostrado una constante preocupación ecológica. En esta ocasión, nos propone reflexionar sobre aquellas especies animales adaptadas al entorno artificial citadino, que ejerce presión sobre sus formas de movilidad, de alimentación y reproducción.

 

El cambio climático y la modificación de las pautas naturales han dado origen a desastres y situaciones aberrantes. Veamos a nuestro alrededor: pese a las demandas de espacio, luz, agua, cientos de especies conviven dentro del ambiente degradado de la megalópolis, convirtiendo un semáforo en nido o adaptando cables del tendido eléctrico en lugar de descanso.

 

Con ojo afinado para descubrir los detalles, el artista dibuja, pinta y anima virtualmente la existencia de creaturas encontradas en el recorrido por los pacíficos remansos en las avenidas de Austin, Texas, donde él comenzó a desarrollar este proyecto. En cada lugar, el artista ha registrado los sonidos de las aves entre el ruido del tráfico en los espacios urbanos.  La exposición ofrece también un correlato visual y auditivo por medio de la animación virtual, con la cual reproduce los movimientos de las estructuras óseas del chapulín así como el fascinante ondular del follaje de un árbol ubicado sobre la Avenida de los Insurgentes.

 

Hay que aprender a observar, localizar y proteger a la fauna de nuestra ciudad. La invitación de Luis Moro es a hacerlo mediante dos ejes: reconociendo la historia natural a través de la contemplación, y reinterpretando la vida silvestre por medio de la metáfora, propia de la pintura y el objeto poético. La finalidad que persigue el artista es despertar la curiosidad por nuestro entorno natural-urbano, aquel que nos hace animales humanos con necesidades y deseos de sobrevivir, respetando la coexistencia de los demás seres vivos”.


Luis Moro expresó en entrevista que la idea de proponer la figura de los animales como símbolo de resistencia nació hace cuatro años “al llegar a la Ciudad de México y ver cómo hemos invadido todos los espacios naturales; después, cuando expuse en la ciudad de Austin, Texas, hice unos dibujos con animales y señales de tráfico integrándose en la ciudad, un poco como resistiendo”, dijo.

 

Explicó que la Sala Juárez 1 del Museo de la Ciudad se viste de una gran instalación de 8 por 4 metros con obras de arte dentro, “donde cada una cuenta una historia, porque el Valle de México es eso, un gran valle que tiene muchas historias urbanas y silvestres”.

 

El sentido de su propuesta, añadió, es que los visitantes puedan estar inmersos “en un espacio que da la sensación de invasión al mundo animal, un poco como lo que ha pasado en la Ciudad de México por cómo se han ocupado todos los espacios”.

 

Intervención-invasión

 

[Img #54148]Y aquí emerge otra de las sorpresas de esta exposición: La intervención sobre los muros del Museo de Ciudad de México, plantando en nuestras conciencias árboles al carbón. En su deseo por mostrar cómo la gran ciudad ha invadido la naturaleza, el artista invade literalmente la sala, convirtiéndola en un bosque repleto de claroscuros.

 


Las instalaciones de la Jungla urbana y Zooilógico en el Museo de la Ciudad tienen su correlato en la instalación-intervención que el artista realizó en Roma en una de las salas de la Galleria De Florio en el año 1994. Esta página quedó reflejada en el catálogo Zooilógico, en 1998 en Italia.

 

La intervención de todo un espacio como alegoría de la intervención-invasión del hombre en espacios propios y ajenos; espacios, históricamente naturales. La intervención hablaba de cómo Roma invadía el planeta, un coloso que se extendía en el espacio. Nosotros, los herederos de Roma, replicando los mismos parámetros de crecimiento continuo.

 

Además de las intervenciones pictóricas sobre los muros, ‘Resistencia animal’ contiene pinturas realizadas con técnicas mixtas, objetos urbanos recuperados y piezas con posibilidad de experimentarse de manera visual y auditiva por medio de la realidad aumentada. Por ejemplo, forman parte de la exposición el audio, dibujo y animación (del ondular del follaje) de un gran árbol que el autor vio cerca de Parque Hundido, “donde el sonido de los pájaros tenía mucha más fuerza que el sonido de las ambulancias, los coches y los aviones”.

 

 

 

 

 

 

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