SegoviaDirecto acompañó a una de las guías de la Empresa Municipal de Turismo durante una de las visitas guiadas de las Jornadas del Acueducto celebradas recientemente en la ciudad.
Son las 16:00 horas de un viernes soleado y de calor otoñal. El Acueducto proyecta imperial su sombra sobre la plaza de Artillería y SegoviaDirecto se une a un pequeño ejército de segovianos que son perfectamente conscientes de que conocerán datos sobre el monumento romano que desconocían, pero que probablemente desconocen que durante los próximos sesenta minutos descubrirán hasta los arañazos y rasguños que tiene la construcción.
"El desconocimiento nos hace no caer en la cuenta de la grandiosidad de la ciudad; Segovia cuenta con inmenso patrimonio, es amplísimo, el Acueducto es el atractivo, el que imanta y da sombra al resto, pero Segovia es una ciudad tan perfecta, tan bonita, tan camaleónica, tan única... Tenemos tanto que contar...", relata Marta Rueda, una de las guías de la Empresa Municipal de Turismo, que hace unas semanas organizaba las II Jornadas del Acueducto con una serie de actividades que atraían el interés, principalmente, de los propios segovianos.
Son pocas las veces en las que nos damos cuenta de que ese conjunto de piezas perfectamente conjuntadas de granito fueron así dispuestas hace más de dos mil años. Son pocas las ocasiones en las que nos detenemos junto a una de ellas y nos preguntamos cómo esa inmensa estructura sigue en pie. Cómo una civilización, supuestamente, con menos conocimientos que los nuestros, menos mundo, menos esperanza de vida, menos números descubiertos, fue capaz de construir lo que hoy une el orgullo de los ciudadanos y separa la ciudad en dos. "No nos damos cuenta de la grandiosidad y la grandeza que tiene esa construcción perfecta, su caída de gravedad desde Riofrío hasta el Alcázar que fue la base militar romana", explica la guía, acostumbrada a mostrar la ciudad a los turistas, pero sólo en ocasiones contadas como ésta a los segovianos.
El desarenador de San Gabriel, la restauración de Isabel la Católica que dejó su huella en el monumento, el nombre que Roma le dejó a la ciudad en herencia, los 36 arcos nuevos, los cuatro metros y medio entre arco y arco de su zona romana y perfecta, el motivo por el que Carlos IV decidió tirar las casas que, sí, vivían pegadas al Acueducto, sus colores, sus cicatrices... Segovia guarda secretos a la vista que pocos conocen. La Empresa Municipal de Turismo no realiza esta visita a menudo, pero cuando lo hace, sus guías desvelan las historias con orgullo, como quien sabe que está revelando algo que necesita ser contado para remover el corazón y la conciencia de quien lo escucha. En algún lugar, seguro, sin sol otoñal ni reloj que mida el tiempo, algún segoviano del pasado se lo agradecerá.







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