El artista Luis Moro dedica su obra de arte en vivo al director de Titirimundi, Julio Michel

El director de Titirimundi reconocía la suerte que supuso para él poder introducirse en los ambientes del mundo de  los artistas plásticos de Segovia en los años 80. Y adivinó el duende de los títeres en el  ‘Microcosmos Interactivo‘ que Moro trajo a Segovia. “A Julio Michel le encantó nuestro último espectáculo 3D y nos unía la pasión por el arte y los títeres, me envió un hermoso texto titulado ‘El gran pez’”, desvelaba el artista en su Facebook. Seguramente al de León también le fascinarían sus libélulas que dan nombre a la compañía de títeres con la que empezó todo.

De nuevo, Luis Moro, como un ave migratoria, vuelve a Segovia con el calor a enseñar a sus paisanos lo mejor de su creación y los segovianos se lo agradecen acudiendo a cada cita que les propone. Con la entrada libre hasta completar el aforo, no cabía un alma este domingo a las ocho de la tarde en La Alhóndiga. Tanto, que hubo gente que se quedó sin poder ver la performance.

La propuesta era ver al artista en pleno proceso creativo, pintando con sus propias manos utilizando como lienzo una pantalla transparente iluminada con imágenes de su creación. Envolvían este ‘videomapping’ las palabras de Elena Poniatowska del poema ‘La Leona’, en boca de Albert Plà y la música del Dúo do Samba (Benja Pérez, batería y Luiz Gibson, guitarra acústica). En este acto de entrega artística hacia su ciudad, Moro se mostró con los pies desnudos.

"El pasado es humo, el futuro es viento, solo se vive el momento”, comparte en las redes sociales. La creación en vivo desplegada por Moro, efímera e inaprensible como la vida, contrasta con la vocación de permanencia de las cuidadísimas carpetas litográficas, puro objeto, de esta exposición, ‘Miradas cruzadas: Poniatowska - Gamoneda’, en la que da vida con su onírico bestiario a las palabras de dos animales poéticos, los premios Cervantes Elena Poniatowska y Antonio Gamoneda. Con su delicado y bestialmente honesto ’Animal oculto’ el uno, con su dulce y fiera ’La Leona’ la otra.

Con esta muestra, Moro propone un cruce intercultural, intercontinental, intergeneracional e interdisciplinario. A caballo entre el arte y la ciencia, el sueño y la vigilia, la magia y la realidad, la pasión y la investigación, las raíces y las alas, el segoviano explora en los últimos años el universo de posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Por eso intercala los grabados con la realidad aumentada, el papel de periódico con los smartphones, la piedra con la luz. “¿Qué habría dicho Goya si le hubieran dado la oportunidad de insuflar vida a los seres deformes y monstruosos que pintó en la Quinta del Sordo? ¿Hubiera accedido? Posiblemente. Todos los artistas experimentan las técnicas propias de su tiempo y Goya no fue, precisamente, un pintor tradicional”, explica quien se define como “un pintor curioso por las demás técnicas creativas”.

Como guiño final hacia Segovia, su ciudad por la que Luis Moro reconoce sentir un profundo amor, el tercer ojo de las ‘Miradas cruzadas’ entre dos mundos, en la performance del domingo en La Alhóndiga, entre los rugidos de La Leona se colaron los ecos del tableteo de la cigüeña recogida por otro gran artista, generoso, segoviano y universal, Agapito Marazuela.