Un grupo de baile formado por jóvenes sorprendió ayer segovianos y turistas con una actuación semi-espontánea enfrente del Ayuntamiento.
Los asistentes a una boda acababan de abandonar el Ayuntamiento ayer por la mañana cuando, en la Plaza Mayor comenzaron a aparecer jóvenes con camisetas grises y cortas, zapatillas y mallas, que empezaron a despertar la curiosidad entre los segovianos y los turistas que se daban cita en la céntrica plaza.
Pocos instantes después, se empezaban a ver detalles que iban desvelando el misterio. Dos personas aparecían portando un amplificador y, entre los jóvenes, los pies comenzaban a moverse como repitiendo pases de baile. Con nervios. Como intentando memorizar ese último apunte en el que siempre existe la posibilidad de quedarse en blanco. Saber que ayer era el Día Internacional de la Danza ofrecía una pista más.
La ciudad, que no había organizado nada para la efeméride de forma institucional, de repente se quedaba mirando con sonrisas y complicidad un baile hecho sin más profesionalismo que el de los tutores, quienes contemplaban, grababan y a veces participaban en la escena.
La ilusión subía los brazos y los bajaba, daba una vuelta y se agachaba, tres pasos para la izquierda y un movimiento de cadera. Había orgullo en muchos padres preparados alrededor de la actuación, pero también aplausos improvisados y admiración casual; la de quien reconoce que un grupo de jóvenes anónimos se atreva a dejar que la danza también bese a Segovia en su día.






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