Alumnos de los institutos Andrés Laguna, María Moliner y La Albuera acudieron a un recital de las dos poetas, que se han convertido en referentes actuales en la poesía española gracias al impulso de las redes sociales.
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Elvira Sastre y Andrea Valbuena, segoviana y barcelonesa, se encontraron por primera vez en el Instituto Andrés Laguna hace no demasiados años y desde entonces han compartido caminos, a veces llanos y a veces con piedras, que les han llevado a un mismo destino, la Poesía; lugar en el que ahora son referentes nacionales, junto a toda una generación, para los jóvenes. En ese enclave, repleto de versos de todo tipo pero también de celos de todos los colores, muchos viejos del lugar han cuestionado su forma de llamar a lo que hacen 'poesía', como si la definición que proporciona la RAE "Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa" fuese absolutamente diferenciante.
Ayer, ambas, invitadas por la Biblioteca Pública de Segovia para conmemorar el Día Mundial de la Poesía, congregaban a más de un centenar y medio de jóvenes -no mucho más que ellas-, procedentes de los institutos María Moliner, Andrés Laguna y La Albuera que, no sólo escucharon con atención las palabras escritas en los libros de ambas ('43 maneras de soltarse el pelo', 'Baluarte', 'Ya nadie baila' y 'La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida' de Elvira y 'Mágoa' de Andrea), sino que también preguntaron con interés por los inicios, las musas, las influencias, los modos de transmisión, la importancia de la educación lectora en casa o la forma en la que cada día tienen que demostrar una valía impropia de su edad.
Si 150 adolescentes rompiendo en aplausos tras un verso que dice "A ti podría decirte que para mí cualquier lugar es mi casa si eres tú quien abre la puerta" no es una manifestación de la belleza por medio de la palabra, alguien debería inventar pronto, antes de que las envidien más sabios, otra definición de la palabra 'poesía'. Si no lo es que al menos una cuarta parte de ellos no regresase al instituto sin un libro de poemas firmado, alguien debería llamar con urgencia a la Academia para subsanar una definición que parece causar urticaria en quien logró premios, pero pocas veces uno mayor que el de los ojos de distintas generaciones deteniéndose en sus letras.
Ayer, Elvira Sastre se refirió a este tipo de críticas reconociendo que "las redes han facilitado mucho la transmisión; el canal ha cambiado" y argumentando que "la poesía la tiene uno dentro", siendo la inspiración "algo que todos llevamos guardado y que de vez en cuando, nos da un pellizquito para ponerla en palabras". Su compañera sobre las tablas del salón de actos de la Biblioteca coincidía con ella, admitiendo que "esto se lo debemos prácticamente a las redes y a la visibilidad en Internet" y cuando le preguntaban por cómo escribía sus poesías confesaba que "a veces sale de un tirón y otras llevamos el móvil lleno de notitas".
Los blocs de notas siguen existiendo y se sigue escribiendo a boli en muchas ocasiones. Otras, llevar un móvil encima facilita la inmediatez en la escritura. No es cuestión de talento ni de formas. Es un asunto de fondo; y en el fondo, lo que importa es que en el Día Mundial de la Poesía cualquier persona de cualquier edad tenga la oportunidad de acercarse a un verso sin vértigo. Elvira Sastre y Andrea Valbuena ofrecieron ayer a los jóvenes un bonito mirador desde el que observar a la poesía sin peso en los ojos.






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