Los más pequeños de la capital, formando parte o no de las comparsas, se disfrazaron para formar parte del desfile y merendar chocolante caliente en la Plaza Mayor elaborado por la Asociación de Cocineros de Segovia.
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Estaba nublado en Segovia, pero los niños, que no entienden de lluvia, y mucho menos de grises, obligaron ayer a sus padres invadir el lado oscuro de la ciudad y llenarlo de color, en un desfile que tuvo mucho de Infantil, pero también de adulto, ya que gran cantidad de padres no se limitaron a llevar a sus pequeños disfrazados, sino que ellos mismos abrieron el cajón de los mundos paralelos y sacaron sus mejores galas.
Estaba el Azoguejo lleno de hadas, de gnomos, de piratas, de leones y de princesas, de personajes de manga y superhéroes, cuando dio comienzo el desfile, algo desordenado y espontáneo, y en el que los componentes de Pasitos, quizás por el blanco del séquito de Darth Vader, y también por las exigencias del personaje, daban la impresión de haber establecido un rango que no permitía adelantamientos.
Desde ambos lados de la Calle Real, los niños sin comparsa y con disfraz independiente, entre los que este año no hubo un claro vencedor, observaban cómo, por el centro, iban pasando juegos de mesa, con los dados incluidos, instrumentos, frutas de todos los sabores y colores, civilizaciones imperiales, Olafs quitando protagonismo a sus compañeras de reparto en 'Frozen', todos los habitantes del bosque encantado, los ya citados fieles del lado oscuro, el costurero loco y todos sus minúsculos y coloridos botones e, incluso, Amadeus Mozart con todas sus composiciones. También había comparsas con la merienda preparada, como la que había elegido ser quesito de La Vaca que Ríe, y otras capaces de hacer el indio hasta la Plaza Mayor, donde algún conductor despistado o impaciente obligaba a parar momentáneamente el avance del desfile para poder escapar de un recinto que esperaba a sus invitados con un rico chocolate caliente.
Hubo dragones y bomberos dispuestos a apagar llamas, y spidermans preparados para lanzar sus telas de araña, una vez repuestas las fuerzas con un bocadillo de nocilla. Y es que en estas fechas hay tiempo para los buenos y para los malos; quizás, por ello, a nadie le extrañó ver a Hitler y el Che Guevara sumándose al lado colorido del Carnaval.

















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