La pintura al óleo sobre lienzo, presumiblemente una de las últimas realizaciones de la artista, muestra a una joven, sentada sobre una banqueta, terminando de calzarse.
El museo gestionado por la Junta de Castilla y León descubre la ‘Pieza desconocida’ correspondiente a los meses de septiembre y octubre. En esta ocasión, la obra destacada, ‘Retrato de una señora’, pertenece a la artista Maroussia Valero Kotowich, hija del tenor ecijano Fernando Valero y de la cantante rusa Raia Kotovitch.
La pintura que presenta el Museo de Segovia, realizada en óleo sobre lienzo, representa a una joven, de rasgos medianamente definidos y mirada ajena al espectador que, sentada en la banqueta de un perchero-paragüero, procede a calzarse. Más allá de la anécdota, el tema, recurrente en la obra de Maroussia Valero, no es otro que mujer moderna, sofisticada y segura de sí, el gusto por la moda y el propio juego del color.
La naturalidad con que la joven se gira, cruzando la pierna izquierda sobre la contraria, y busca de manera intuitiva un punto de equilibrio retrasando la mano hasta el paragüero, al tiempo que se sirve de los dedos a modo de calzador, es fruto de la observación de lo cotidiano; pero la elección del momento, el encuadre y los ritmos evidencian, más allá de la instantánea, un afán por la elegancia y el equilibrio de las formas que se asienta en la delicadeza y lo nimio de la acción y en los juegos curvilíneos, físicos y cromáticos.
El brillante vestido de cóctel, palo rosa, con anchas rayas azules y rojas, reclama toda nuestra atención y da rienda suelta al afán colorista propio de la artista. El diseño de la ropa, de lejana inspiración dieciochesca -falda en capa de amplio vuelo, cuerpo de cuello camisero y mangas ‘trumpet’ cortas- responde a la moda parisina de mediados de los cincuenta, lo que parece situar este pequeño lienzo entre las últimas realizaciones de su autora (en torno al año 1954), ya que falleció, junto a su hermana, a causa de un escape de gas en su vivienda en el año 1955.
Maroussia Valero Kotowich
Maroussia Valero se educó artísticamente en Rusia, con el profesor Zionglinsky, y en la Escuela de Bellas Artes de Milán con Cesare Tallone, obteniendo tempranos premios en exposiciones italianas (Milán, Florencia) o en la Sociedad de Artistas Franceses de París, en 1921.
Su presentación artística en España tuvo lugar en Barcelona, donde solía residir la familia en fechas estivales, con la exposición de cuatro de sus primeros trabajos en el establecimiento musical ‘Maristany’, en 1909, resaltando a la sazón la prensa que había parado algún tiempo en Madrid estudiando a los pintores del Prado.
Tras la caída del régimen zarista se estableció, de manera definitiva, en Madrid. Fue en la capital española donde tuvo lugar la exposición, celebrada en 1925 en la sala ‘Easo’, que supuso la revalidación de su estilo en recursos y temas, en un arte sin pretensiones que mostraba su particular inclinación por el dibujo, el pastel, los lápices de colores, el gouache y el óleo de factura abocetada en sus habituales retratos (Casaux, Fernández Arbós, Néstor), temas femeninos y sentimentales (Ante el tocador, Melancolía, Maternidad), y tipos populares (Chulapona, Manola), reflejo de su fascinación por lo flamenco, con el añadido de algunas pequeñas figuras caricaturescas en madera.
Las mismas propuestas siguieron las exposiciones del Salón de Arte Moderno (1926), el Palacio de Bibliotecas y Museos (1926), la del club femenino ‘Lyceum’ de Madrid (1928) y la monográfica en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1929). Sin embargo, tal fidelidad estilística, en la que una vez más tenía su preeminencia el retrato, dejaba también espacio a lo exótico con los paisajes de playa, la mujer moderna y el desnudo, destacando en esto una de sus más felices creaciones: ‘En Kimono Chino’.
En 1931 participó en la Exposición Anual de Bellas Artes, y en 1932 se trasladó a Los Ángeles, donde retrataría a diversos personajes de Hollywood, retornando a Madrid dos años después. En el verano de 1934 realizó en Mallorca el retrato de Falla (dibujo), que presentó allí en la Galería Costa y luego en Madrid.
Durante la Guerra Civil mantuvo una especial relación con el embajador chileno Carlos Morla Lynch, realizando en su residencia el retrato de los cincuenta y tres asilados allí acogidos. Más tarde, pasada la contienda, realizó una nueva exposición en los salones del Hotel Palace (1941), pasando luego a residir en Barcelona, donde falleció el 19 de noviembre de 1955.
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