“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, canta la argentina Mercedes Sosa en la 'Canción de las simples cosas'. Por eso el artista plástico Luis Moro vuelve cada primavera a su Segovia natal. 'Zoquejo.com' tuvo la oportunidad de entrevistarle recién llegado de Norteamérica (México y EEUU), en el restaurante Narizotas, en cuyo histórico edificio residió, ante una de sus interpretaciones de las Sirenas de la Plaza de San Martín. En los días en que presenta en Segovia su trabajo retrospectivo 'La cuenta atrás', Moro se enfrenta a lo que el tiempo ha hecho con los espacios artísticos de sus comienzos: El Museo Esteban Vicente y la Casa del Siglo XV. Y como a las especies animales que representa en sus obras, intenta rescatarlos de la extinción. "En el Esteban Vicente también tenemos otra cuenta atrás", advierte.
“Llegas a tu ciudad y es una lástima. Ahora veo que se alquila la Casa del Siglo XV y que el Esteban Vicente ha reducido a la mitad la plantilla. Es un golpe bastante fuerte que no te esperas”, confiesa. “Está a punto de caer un puente de la cultura nacional e internacional a nuestra ciudad. (…) la ciudad tiene que tomar un partido antes de que empecemos a perder cosas que tanto tiempo ha costado recuperar”, urge.
Con Luis Moro sucede que no se sabe dónde acaba el arte y dónde empieza la vida. Como en sus obras, sus sueños se entremezclan con la realidad. Bajando las escaleras del Narizotas, donde se desdibujan los límites del restaurante y de la casa que José y Lola abren a personas especiales como Pepe Diviú o Luis Moro, acaso esta entrevista pudo tener sentido sólo para que el pintor volviera a reencontrarse con sus antiguos cuadritos romanos de tela de saco, o con la gran guillotina de la serie del patíbulo.
“Cuando se abandona el pago y se empieza a repechar, tira el caballo palante y el alma tira patrás”, llora Atahualpa Yupanqui. En ‘La cuenta atrás’, un catálogo retrospectivo del 1991 al 2014 de proyectos realizados tanto en España como en México, Moro reescala los colosos romanos y arroja luz sobre sus piezas más microscópicas, juega con los reflejos del agua de su época de La Granja, emigra con la mariposa Monarca y se recrea en los paraísos elementales. “Es un resumen de mis últimos 20 años de mi trayectoria pictórica”, explica.
"He venido a España y en diez días he tenido tres presentaciones. A veces es una carrera desenfrenada, como mi serie de los ciegos corredores, que son caballos que corren desenfrenados hacia una meta invisible", reconoce. Hace pocos días presentaba en Madrid 'Animal oculto', una carpeta de litografías de Moro y poemas del premio Cervantes Antonio Gamoneda.
Él explica este trabajo así: "En 'El animal oculto', lo que está oculto es toda la magia y toda la vida que hay detrás de los límites que nosotros somos capaces de ver y que Gamoneda refleja en sus poemas. (…) Yo me considero que no soy un pintor animalista sino animista. Voy detrás de la parte del alma escondida.Yo sinceramente no quiero hacer un trabajo de investigación biológica porque para eso están los biólogos, sino que yo voy detrás de esa magia oculta que está detrás del mundo animal y de cada ser".
Preguntado por el escritor Ramón Mayrata por su fascinación por los insectos, recurrentes en su obra (Entomofagia, El Bestiario del Dioscórides, las Cantáridas…) lo resume en una frase: "Yo de los insectos he aprendido que toda la magia del universo se puede concentrar en un ala de una libélula". "Comentaba Andrés Laguna que las partes de cualquier animal sirven para infinitas cosas salvo aquellas del hombre que para ninguna útil son buenas, sino para mil maldades y hechicerías", añade.
Entre los próximos proyectos artísticos de Luis Moro está retomar el microcosmos interactivo de seres que se mueven gracias a la fusión entre el arte y la tecnología, una exposición para el museo de la Ciudad de México y otra en Houston el año próximo. Y quizás, de aquí a algunos algunos años, una exposición de escultura en el Museo del Vidrio de Alcorcón.
Llegados a este punto, ¿Qué le queda al artista por hacer? "¡Tantas cosas! Hay miles de sitios que me gustaría conocer. El planeta tiene mil cosas que descubrir y yo siento que he descubierto un pequeña parte. Yo me sigo sintiendo un aprendiz, no me siento un maestro. El día que me deje de sentir joven, dejaré de aprender. El que se crea que ha hecho algo, vete a una gran ciudad y te das cuentas de que somos pequeñas hormigas, que de eso va mi trabajo, en medio de una tormenta de arena".






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