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Dejar la política activa después de haberse tirado 30 años, 30,
encadenando cargos públicos es algo que en principio debería parecernos
saludable. Máxime si el que lo hace abandona el cargo voluntariamente,
sin haber agotado el mandato para el que había sido elegido en las
urnas. Sería el caso de Juan Carlos Aparicio
si no fuera porque el veterano político burgalés no deja su escaño de
diputado en el Congreso para pasar a la actividad privada, sino para
incorporarse al consejo de la Administración de la multinacional INDRA,
al que accede a propuesta de la Sociedad Estatal de Participaciones
Industriales, titular del 20 por ciento de las acciones de dicha
empresa. Es decir, lo de Aparicio tiene muy poco de retirada. Lo que
hace es cambiar su escaño de diputado por otro puesto de naturaleza
pública al que accede igualmente por la vía del Partido Popular.
Dada
la puerilidad de los argumentos utilizados por el interfecto para
justificar su mudanza, en los círculos políticos burgaleses circulaban
ayer los más diversos rumores al respecto. Entre ellos el que relaciona
su salida de la política activa con la aparición de su nombre en los
papeles de Bárcenas, donde se le atribuía la recepción de dos entregas de 650.000 pesetas en el año 1992.
“El topillo”
cree sin embargo que el movimiento de Aparicio obedece a razones mucho
más prosaicas. Colmadas sus aspiraciones políticas tras haber sido
ministro de José María Aznar, el prócer burgalés ha aprovechado su amistad con Ramón Aguirre,
el presidente de la SEPI y antiguo diputado del PP durante la tira de
legislaturas, para buscarse un retiro dorado. Aunque el Gobierno ha
limitado las remuneraciones de los presidentes y consejeros de las
empresas públicas, Aparicio percibirá en INDRA una remuneración por
encima de los 100.000 euros anuales, cantidad notablemente superior a la
que cobra un diputado. Y ello por una dedicación mucho menos exigente,
sin el engorro de tener que asistir a las comisiones y sesiones
plenarias del Congreso ni tener que rendir cuentas a nadie.
En conclusión, el clásico ejemplo de político anteponiendo sin
escrúpulos su interés personal al compromiso público contraído en las
urnas con el ciudadano.
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una segoviana | Sábado, 07 de Septiembre de 2013 a las 16:44:45 horas
Pero es que estos metodos no pueden sanearse¡ ¿Que hay que hacer, tendra que haber una solución. ¡ Que verguenza!
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