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La
Junta de Castilla y León y su presidente, Juan Vicente Herrera, tienen muchos y
variados motivos para estar rebotados con el gobierno de Mariano Rajoy. Los ninguneos y agravios comenzaron desde el primer
Consejo de Ministros (diciembre de 2011), continuaron a lo largo de 2012 y han
seguido en lo que va de 2013. Aquí hemos ido dejando constancia de ellos y del
creciente deterioro de las relaciones tanto en el ámbito del partido -no es
casual que Herrera haya faltado a tres de los últimos cuatro comités ejecutivos
nacionales celebrados en la calle Génova- como en el institucional.
En este tiempo se cuentan con una mano los
ministros que han visitado Castilla y León y sobran dedos de esa misma mano
para contar los que han recibido en Madrid al presidente de la
Junta. A estas alturas del conflicto de la
minería el ministro de Industria, José
Manuel Soria, sigue sin reunirse con el presidente de la Junta, si bien tampoco
consta que éste haya solicitado ese encuentro. En todo caso, ignorando por completo
al gobierno de la comunidad, Soria está liquidando el carbón, poniendo al borde
del estallido social a las comarcas mineras. Si existiera, la relación entre el
ministro de Industria y la Junta
habría calificarla de tormentosa, pero lo mas grave ese que esa relación ni
siquiera existe.
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| Rajoy y Herrera el pasado sábado en Salamanca |
Tormentosa es desde el primer día la relación
con Cristóbal Montoro, como bien se
ha visto en Salamanca, donde él y la consejera de Hacienda, Pilar del Olmo, escenificaron
públicamente sus diferencias en torno al déficit llamándose de usted, algo
insólito en un encuentro de partido entre dos correligionarios que hace mucho
que se tutean. Soria y Montoro son las máximas “bestias negras” de la Junta, pero por encima de
ellos está la tensa relación que mantiene Herrera con la vicepresidenta del
Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría,
quién, lejos de corregir a esos ministros, viene avalando todas sus decisiones
respecto a Castilla y León.
Así pues, a Herrera y los suyos les sobran
motivos objetivos para estar mas quemados con el gobierno central. Y lo que
durante mucho tiempo venía siendo un cabreo sordo, poco a poco ha ido
explicitándose mediante diferencias cada vez más publicas y notorias en esos
y en otros asuntos, como el de la reforma local. Con manifestaciones cada vez más
“ostentóreas” por parte del Portavoz de la Junta, la mano que mece el diván
presidencial. Una escalada de reproches que ha alcanzado su climax en
el conflicto abierto en el seno del PP respecto a la distribución del techo de
déficit entre las comunidades autónomas.
Quedaba por
ver si la "rebeldía" de Herrera y otros barones territoriales contra el
“déficit a la carta” constituía un verdadero pulso interno a la cúpula del
PP o tenía mucho de desmarque táctico oportunista
para no compartir el coste electoral de esa y de otras políticas de Rajoy que
dejan a los gobiernos autonómicos a los pies de los caballos. Y creo que la Interparlamentaria
celebrada en Salamanca ha despejado esa duda. |
| Arenas, Cospedal, Floriano y Mañueco |
Bastó con que en su apertura María Dolores de Cospedal mandara un
aviso a navegantes advirtiendo que el “apoyo al gobierno no es negociable” para
que los díscolos rápidamente empezaran a recoger velas. El único que contestó fue el
extremeño Monago, quien reivindicó su
derecho a discrepar, “porque esto en un partido, no una secta”. Pero a Monago
se le consiente casi todo porque gobierna en minoría y tiene que hacer el paripé ante
Izquierda Unida. Los demás, Feijóo, Rudi, González, De Diego, etc.
no han vuelto a abrír la boca..
El papelón era para Juan Vicente Herrera, que
tenía que compartir con Rajoy la clausura del conclave salmantino. Y al antiguo
seguidor de Antoñete le ha pasado lo
peor que puede sucederles a los toreros afligidos: tenerse que enfrentar a
un toro de verdad que deje en evidencia su falta de arrestos. Para su
desgracia, Herrera tenía en Salamanca la oportunidad de reprocharle a Rajoy a
la cara todo lo que él mismo y el locuaz Portavoz de la Junta llevan reprochando al
gobierno a través de los medios de comunicación. ¿Y qué hizo? Arrugarse, claudicar
y manifestar su adhesión inquebrantable a los designios marianos.
Lejos de proclamar alto y fuerte eso tan
rotundo de que “los españoles somos iguales ante el déficit público”, al
presidente de la Junta
solo le faltó pedir perdón antes de decir que el gobierno de la comunidad
defenderá en el Consejo de Política Fiscal y Financiera el mismo déficit para
todos, lo que hizo añadiendo a renglón seguido que “Castilla y León favorecerá
todos los posibles acuerdos”. Traducción por si alguien no lo ha entendido: La Junta tragará sin rechistar con
el déficit asimétrico que decida el gobierno. Un déficit a la carta que el
propio Rajoy confirmó en Salamanca con su peculiar forma de decir: “Ya se sabe que los
intereses no coinciden muchas veces, pero vamos a llegar a un acuerdo como
seres humanos y civilizados y sensatos que
somos”. O sea, que habrá déficit asimétrico en beneficio de Cataluña, Valencia,
Murcia y Andalucía.
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| Cristobal Montoro y Pilar del Olmo |
Eso sí, oyendo a Herrera resulta que la responsable
de la tormenta territorial desatada dentro del PP es la “actitud irritante” del
gobierno de Cataluña por solicitar mayor cuota de déficit que los demás, postura
que por cierto secunda a pies juntillas
Alicia
Sánchez Camacho, la presidenta
de los populares catalanes.
La faena de aliño para salir del paso se
extendió a todos los demás asuntos espinosos. Su defensa de la minería del
carbón, además de no censurar la actitud del ministro Soria, ni
siquiera incluy´´o la exigencia del pago inmediato de las recortadas ayudas de
2012 que siguen sin abonarse sin ninguna justificación. Solo le faltó culpar de
ello a Zapatero, como se la echó del cierre de Garona a las compañías
eléctricas. A lo mas que llegó el presidente de la Junta fue a soltar media
colleja a la ministra Ana Mato por
sus nuevos recortes a la Ley
de Dependencia.
La conclusión es que en Salamanca se ha
pinchado estrepitosamente el globo de ese Juan Vicente Herrera supuestamente
crítico y reivindicativo ante el gobierno Rajoy. Una cosa son las declaraciones
de cara a la galería y los brindis sol, o sea la pose y la pantomina, y otra
tener el coraje político para mantener esa actitud critica y reivindicativa donde
hay que sostenerla. Y ahí Herrera se afligió ante el morlaco, reculó de forma
pusilánime y se arrugó hasta claudicar en toda regla. El doble juego político de la Junta ha quedado al
descubierto.
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