Una representación manifiestamente mejorable

Aunque un soriano, Jesús Posada, preside el Congreso, y una vallisoletana, Soraya Rodríguez, está al frente del grupo socialista, la verdad es que el conjunto de los diputados castellanos y/o leoneses que ocupan escaño en la Cámara Baja no se distinguen por desempeñar un papel destacado. El salmantino José Antonio Bermúdez de Castro, secretario del grupo popular, y los socialistas Julio Villarrubia y Mario Bedera, portavoces de su grupo en Justicia y Educación, son de los pocos que ejercen un papel relevante, al margen de la creciente presencia mediática de Arenales Serrano, últimamente muy habitual en tertulias radiofónicas y televisivas. Viejas glorias, como los ex ministros Juan Carlos Aparicio y Jesús Caldera, o el incombustible Miguel Ángel Cortés, andan prácticamente desaparecidos, lo mismo que la última hornada de “cuneros” (Camacho, Casado, Gómez de la Serna...) endosada desde Madrid.

La mayoría -y en total son 32- no ha subido jamás los peldaños de acceso al atríl de oradores. Y lamentablemente puede que lo mejor para el prestigio de la Cámara es que permanezcan inéditos. Así nos ahorraríamos “piezas oratorias” tan retrógradas y salidas de tono como la que perpetró el otro día la segoviana Beatriz Escudero durante un debate en torno al aborto. Una intervención tan fuera de lugar que, amén de provocar el estupor de la oposición, causó malestar incluso entre algunos miembros de la bancada popular, caso de la ex ministra Celia Villalobos, quién manifestó públicamente su desacuerdo con los peregrinos argumentos de su compañera de grupo.

Y si el nivel de la representación castellano-leonesa en el Congreso es manifiestamente mejorable, no les cuento el de la actual tropa (en total 39 señorías) que tenemos en el Senado.

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