La casa donde nací
con sus puertas y ventanas,
sus delgadas alambreras
y sus tejas ovaladas,
me está mirando, mirando
sobre la blanca pantalla
del ordenador que abro
cada mañana.
¡Ay mi niñez! ¿dónde fue
tras de ser desalojada
del materno amanecer
que me dio ilusiones tantas?
¿Dónde ya se ha refugiado?
¿Dónde aún arden las ascuas
de la chimenea al viento
que me las despabilaba?
La casa donde nací
y la que fue mi morada
no se ha caído y mantiene
su gallardía serrana.
Vuélveme, Señor, allí
cuando la tierra soñada
me llame a dejar el cuerpo
y elevarte a Ti mi alma.
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