Con la llegada del calor hemos visto como se disparaban las noticias sobre serpientes y culebras que “invadían” nuestras vidas. El pasado 3 de Agosto, unos vecinos de Navafría solicitaron la ayuda de los Agentes medioambientales por un ejemplar de culebra de escalera que había entrado en su domicilio. ¿Son estos animales tan malos como los pintan?
Desde tiempos remotos, los ofidios (que es como denominamos a culebras y serpientes) han sido los malos de casi todas las películas, hay muy pocas culturas que los aprecien verdaderamente. En la Biblia son la encarnación del diablo, en la mitología nórdica la del Dios del engaño, e incluso en historias más infantiles como El Libro de la Selva o la saga Harry Potter, estos seres entrañan algo maligno. La tradición popular tampoco ha ayudado a limpiar su imagen, al contrario, son numerosas las historias (el 99,9% de ellas falsas) que escuchamos en pueblos acerca de serpientes que maman del ganado o sobre un tío-abuelo del vecino de la plaza que murió por la “picadura” de una víbora.
En todos estos cuentos y leyendas cualquier ser sin patas que repte es estigmatizado automáticamente. Pero lo cierto es que muy pocas especies suponen un riesgo real para la población. A aquellos ofidios que consideramos peligrosos corrientemente los denominamos serpientes, y a los que no, culebras. Esta distinción está únicamente hecha en base a si poseen veneno o no, y aunque no es una división zoológica real, sí que es cierto que es relativamente fácil saber a qué clase pertenece cada una sólo mirando a sus ojos, en concreto a sus pupilas. Aquellas que poseen una redonda y negra que hace que su mirada sea más simpática, son las del equipo de las “buenas”; mientras que las que tienen una pupila alargada, lo que comúnmente denominaríamos “ojo de gato”, son las llamadas serpientes.
Pero primero conozcamos a estos animales en mayor profundidad. Los ofidios son vertebrados carnívoros, con el cuerpo recubierto de escamas y caracterizados por la ausencia de patas, hasta aquí lo que todos sabemos. Sin embargo, poseen otra serie de características que los convierten en criaturas muy interesantes. ¿Sordas? Lo cierto es que, aunque no se pueda demostrar si tienen este sentido totalmente atrofiado, es muy poco probable que con los órganos que poseen puedan captar sonidos transmitidos a través del aire; sin embargo, con los huesos de la mandíbula pueden detectar vibraciones del suelo. ¿De “sangre fría”? Sí, son animales ectotermos, es decir, su temperatura corporal no es constante, y requieren de diferentes métodos para regularla; como por ejemplo tomar el sol en sitios despejados como es costumbre verlas. ¿Lengua bífida? También, pero ésto tiene una razón de ser, y no es otra que “probar” el aire; con ella captan las partículas en suspensión de su entorno y al volver a introducirla en la boca las llevan a “analizar” al órgano de Jacobson, situado en el paladar. Éstas son sólo algunas de las múltiples evoluciones adaptativas que han tomado, aunque hay algunas más también muy llamativas.
Y ahora, conozcamos a las especies presentes en nuestra provincia. Empezando por el grupo de las serpientes, en nuestro entorno sólo tenemos una representante potencialmente peligrosa para el ser humano; la cual aunque su mordedura reviste gravedad, rara vez es mortal. Hablamos de la víbora hocicuda (Vipera latastei), con un tamaño inferior a los 60 centímetros, con el extremo del hocico curvado hacia arriba (de ahí su nombre), cabeza triangular y un gran diseño escamoso en zigzag ideal para el camuflaje. Tiene gusto por las zonas rocosas o muros de piedra con gran insolación, donde haya cierta cantidad de matorral. Suele ser de hábitos diurnos, aunque en los meses de más calor su mayor actividad se registra durante el atardecer e incluso la noche. Para todos aquellos que puedan sentir miedo de estos animales, aquí dejo las buenas noticias para vosotros: sus poblaciones son realmente escasas, suelen vivir siempre en la misma zona, su mayor defensa es huir o camuflarse, y entre el 20-50% de sus mordeduras son secas.
Por otro lado, en el grupo de las culebras podemos encontrar seis especies en Segovia. Las más comunes son la culebra viperina (Natrix maura), acuática por excelencia que para nadar aplana todo su cuerpo, incluida la cabeza, mecanismo que también utiliza para asustar a posibles atacantes, dándose a sí misma el aspecto de una víbora (de ahí su nombre, no os asustéis, de hecho es una de las culebras más inofensivas de la península). Otra de las especies fácilmente visibles es la culebra de escalera (Zamenis scalaris), que se ha vuelto bastante urbanita, de ahí que fuese a hacer una visita a los paisanos de Navafría; reconocible por las dos líneas longitudinales negras que recorren su cuerpo entero y su longitud de 1,50 metros. Y por último, la joya de la corona, la que más filias y fobias despierta, la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), la más grande de las culebras europeas pudiendo superar los 2 metros, de color verdoso y mirada “agresiva” debido a su escama supraocular, esta culebra es muy rápida; es común verla cruzar las carreteras “con la cabeza bien alta”, dando a entender que es la que manda, tanto es así que es una gran depredadora de otros ofidios, incluyendo víboras en su dieta. Esta culebra, a pesar de estar considerada como tal, también es venenosa, sin embargo su veneno, además de débil y poco peligroso para el humano, es muy difícil de inocular, ya que los dientes encargados de esta tarea se encuentran en la parte posterior de su boca. Las tres especies restantes, a pesar de estar presentes, son mucho menos abundantes y más complicadas de ver; hablamos de: la culebra de collar (Natrix astreptophora), la culebra lisa meridional (Coronella girondica) y la culebra lisa europea (Coronella austriaca).
Durante los últimos años, estos animales han experimentado grandes descensos en sus poblaciones. La principal causa es la pérdida directa del hábitat y la alteración de sus ecosistemas, es muy notorio que las infraestructuras que se han construido (carreteras, urbanizaciones…) en lugares donde ellos solían habitar son muy numerosas, y de ahí los problemas que esto conlleva: atropellos, intrusión en viviendas… Además, no podemos olvidar tampoco otras dificultades que atraviesan estos ofidios, como son los incendios y las reforestaciones en zonas de sierra. ¿Reforestaciones? ¿Pero eso no es algo bueno? Sí, pero éstas deben hacerse bien, alternando especies de vegetación, así la fauna puede asentarse cómodamente donde más le convenga, las distintas especies de árboles no favorecen a todos por igual. Los monocultivos y el uso de venenos también acaban con la vida de éstos y otros muchos animales (algunos presas suyas, como los roedores). Y si a todo esto le sumamos la “caza de brujas”, por miedo o ignorancia, que realizan los humanos en muchos lugares, tenemos el cóctel perfecto para llevar a la extinción a estas criaturas que llevan varios millones de años sobreviviendo sin problema.
Este mes de junio la asociación GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat), con el apoyo de la Unión de Campesinos de Segovia-UCCL ha iniciado una campaña que pretende divulgar y concienciar a la población, para cambiar la imagen que se tiene de culebras y serpientes. Este tándem es muy importante, dado que las serpientes ejercen un gran control biológico de roedores, evitando así las plagas que acaban con cosechas y transmiten enfermedades, beneficiando directamente al sector agropecuario. Recordar además, que todas estas especies de ofidios autóctonos de la península están protegidos por la ley, su persecución, muerte, molestia o captura puede ser conllevar una sanción económica e incluso en algunos casos penal.
Por lo tanto, disfrutemos contemplando a estos animales tan elegantes cuando se crucen en nuestro camino, dejándoles siempre escapar (que es lo que muy probablemente harán) para que no se sientan amenazados y tengan que mostrar su faceta menos amable. No caigamos en el “efecto Frank de la Jungla” y queramos coger todo lo que se nos cruce, poniendo en riesgo la fauna y nuestra propia integridad, dejemos el show para la televisión. ¡Hakuna Matata, vivid y dejad vivir!
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