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Cultura“Línea a línea, plano a plano”: Artistas vinculados a Segovia se miran en el laberinto de espejos de Machado

LA EXPOSICIÓN COLECTIVA 'DON ANTONIO. LAS VIDAS DE MACHADO' SE PRORROGA HASTA EL 2 DE JUNIO

“Línea a línea, plano a plano”: Artistas vinculados a Segovia se miran en el laberinto de espejos de Machado

SegoviaDirecto.com / Aarón Misis | 524 Miércoles, 17 de Abril de 2019 Tiempo de lectura:

“Fue surgiendo de esa roca, que es mi espejo, línea a línea, plano a plano”. Antonio Machado se reconoció en el reflejo rosado del escultor sepulvedano Emiliano Barral y le esculpió un poema a su medida. Cien años después de la llegada del poeta a Segovia, una veintena de artistas vinculados a esta tierra se miran en el laberinto de espejos del autor de ‘Campos de Castilla’.

A partir de los versos del poeta, van discurriendo por las facetas de Machado y, en el camino, se van descubriendo a sí mismos. El resultado es la exposición colectiva ‘Don Antonio. Las vidas de Machado’ que, celda a celda, trazo a trazo, va inundando con “risueña luz de campo” las galerías de la Cárcel Centro de Creación de Segovia. Una muestra poliédrica en visiones, disciplinas artísticas y técnicas, como la personalidad del propio hombre, diseccionado en poeta y profesor, caminante y paisajista, político y filósofo, espiritual y enamorado, doliente e irónico. La exposición ha sido comisariada por la gestora cultural Gina Aguiar. El asesoramiento artístico y literario corresponde a Maribel Gilsanz y Ana San Romualdo y ha contado con la colaboración de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.

 

Es ésta una muestra llena de retratos. Comenzando por la celda número 1. Inspirándose en el ‘selfie’ en verso de Machado, el artista italiano Paolo Damiani le dedica uno de sus ‘ritratti dell'anima’, en lo que en palabras de su comisaria supone "una reinterpretación del retrato, estrofa por estrofa, fantástica".

 

Los retratos continúan en la celda tercera, la dedicada a ‘Machado y su época’, donde el viñetista José Orcajo caricaturiza al propio literato junto a figuras a las que admiró, como Lorca, Manrique, Unamuno, Barral, Bergson, Ortega y Gasset, Giner de los Ríos, Juan Ramón Jiménez, o Rubén Darío. En algunos de sus versos dedicados incluso se puede adivinar el estilo de los homenajeados. Esta composición se complementa con una vitrina de plumas femeninas de mujeres que en su época también estaban ahí.

 

'De mudanza. Segovia y las ciudades de Machado' recrea la "celda de viajero" que era su habitación


[Img #51081]El espacio denominado ‘De mudanza. Segovia y las ciudades de Machado’, recrea la habitación del poeta, esa “celda de viajero” donde se libera la creación. Su escritorio, adornado con recortes de periódico y sus fotos más queridas, es humilde, como su poesía. A su derecha, las ciudades de su vida: Baeza, Sevilla, Soria, Segovia, Madrid, París, Rocafort, Barcelona y Colliure, imaginadas con delicadeza por la escenógrafa soriana Henar Montoya. A su izquierda, una ventana a la línea del cielo de Segovia, desde cuyas torres las cigüeñas vuelan al sol. La realidad aumentada del artista segoviano Luis Moro, que permite que las aves traspasen las fronteras del marco, del tiempo y del espacio, potencia aún más si cabe la necesidad de libertad. En el universo de Machado, los espejos son ventanas abiertas a los sueños. Vista a través del black mirror del smartphone, esta obra, como el poema de despedida en el que se basa, tiene varias lecturas. A nivel analógico, bella per se, está pintada sobre un papel de viaje, sellos incluidos, perforado por la melodía de una pianola. ’Sueño de amor’ se titula la canción. Un canto del amor del artista a su querida Segovia y su naturaleza, soñadas en la distancia. Los versos están salpicados del agua dulce del Eresma, pero también del agua salada de la melancolía. “¡Torres de Segovia, cigüeñas al sol!”.

 

“De mar a mar entre los dos la guerra, que es más honda que la mar”, ilustra el cuadro de Alberto Reguera, dedicado al Machado enamorado. Su propuesta es uno de sus paisajes abstractos, todo materia, y color transformados en luz, como los campos castellanos, los cielos infantiles y las estelas en la mar. En la misma celda, la más grande y concurrida, las joyas de Lucía Huertas dan forma al amor que Machado siente por su imaginada Guiomar y en la lejanía “de limón y violeta” que los separa. Mon Montoya recrea las emociones del poeta mientras camina hacia la mar, junto a las fotografías de Juan Carlos Gargiulo, mientras que Sofía Madrigal y Nela Sánchez ilustran su dolor. Carlos Costa ve brotar al almendro en flor del Machado paisajista, Amadeo Olmos se fija en el poeta y Maribel Gilsanz se divierte con su faceta más irónica.

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Fiel al juego de espejos de esta exposición,  la celda número 7, ‘Machado siempre todavía’, está dedicada a las películas y obras de teatro que ha habido sobre textos de Machado y diversos escritores contemporáneos que han escrito sobre él. "También ahí hacemos un guiño al público que viene a visitar la exposición y les invitamos a que escriban al mismo Machado. Hemos dejado un buzón para que escriban un poema. Es estupendo, porque la gente participa y está escribiéndole muchísimas cartas a Machado", desvela Gina, que confiesa que la exposición está gustando tanto que la están visitando personas de otras ciudades, además de escolares, y se va a prorrogar hasta el 2 de junio.

 

[Img #51082]

 

Desde la celda 5, Sona (Marta Troya) pone imágenes a la inmensa tristeza que produce la carta manuscrita del gran Machado a su amigo José Bergamín sufriendo penurias desde el exilio por culpa de la guerra sin perder un ápice de dignidad. Es curioso que desde la infancia hasta la muerte, las propuestas artísticas están trenzadas por un camino de espinas. De espino, y no de cartón, ha soñado Dominiciano Fernández el caballito infantil que cabalga en la celda 2. Paradójicamente, en la gran composición que ocupa el pasillo central, inspirándose en “estos días azules y este sol de la infancia”, las últimas palabras que dejó escritas el poeta, Gonzalo Borondo no ha empleado el color del cielo. En su lugar, un ramillete de cardos atados con un hilo de luz. “Esos cardos tan nuestros”, apunta Gina. Y tan hermosos y tan crueles como los campos de Castilla que Antonio Machado, mejor que nadie, con palabras, supo retratar.

 

‘Don Antonio. Las vidas de Machado’ viaja al 1919 para profundizar en el hombre y su legado. A la luz de 2019, las nuevas tecnologías también están muy presentes en esta muestra. En técnicas como el videoarte o la realidad aumentada, o en los códigos QR que acompañan a las obras y permiten escanear con el móvil y leer los poemas completos o acceder a más información.

 

(Ver adjunto el catálogo de la exposición)

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