Este 14 de febrero, el fuego de don Carnal en el Entierro de la Sardina ha dado paso a la Cuaresma este Miércoles de Ceniza, coincidiendo con San Valentín, día de los enamorados.
En una tarde-noche menos fría, pero lluviosa, un cortejo adelgazado de las incombustibles comparsas segovianas desfiló, fúnebre, desde la Plaza de San Martín hasta la Plaza Mayor con sus sardinas y sus velos negros dispuesto a pasar por el fuego y celebrar la muerte y la resurrección.
Especialmente tristes iban los de la Semifusa, ataviados de fauna marina, camino a la brasa. Los quijotescos chirigoteros lanzaron a la hoguera molino de viento y todo. Mientras, la comparsa de Apadefim, recordaba que era San Valentín alegrando la calle con corazones y Cupidos.
En una tierra que atesora los versos de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz y de Antonio Machado, la lucidez de María Zambrano y la sátira de Quevedo, no podía faltar, un año más, la representación de la Batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, del Libro del Buen Amor.
En esta ocasión, la representación, dirigida por la teatral Maite Hernangómez, hizo un guiño al cine: El Carnaval estuvo encarnado en Groucho Marx y la Cuaresma, en el ama de llaves de Rebeca. Desde el quiosco de la Plaza Mayor, se fueron arrojando las estrofas del Arcipreste de Hita al son de Os Batucones.
En un día de coincidencias donde se funden lo pagano y lo sacro en un baile de amor y odio, de vida y de muerte, de fuego y ceniza, viene a cuento el ‘Amor constante, más allá de la muerte’ de Quevedo: “Su cuerpo dejará, no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado”.






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