El Juan Bravo abrió sus puertas con mayor accesibilidad, mejor insonorización y una imponente lámpara

Más de 500.000 euros después, algún disgusto y con los tiempos prácticamente cumplidos en plazo, el Teatro Juan Bravo de la Diputación reabrió ayer sus puertas a un público que, nada más cruzar la puerta, quedó fascinado por la imponente lámpara frabricada en La Granja que ocupa el techo de su nuevo hall, y que, representando un esgrafiado segoviano, alterna globos que recuerdan a los años '20 con otros más modernos relacionados con el XXI.

Un hall que presenta un aspecto renovado y en el que se puede advertir, de primeras, una gran lona que cubre las paredes, uno de los elementos principales que han contribuido a mejorar la insonorización de la sala, muchas veces fastidiada por los ruidos de la Plaza Mayor. Como afirmaba Sara Dueñas, diputada de Cultura y Juventud del Teatro, antes de que la obra ‘Danzad, Malditos’ fuese representada sobre el escenario, “se ha hecho una rehabilitación para que los espectadores estén más cómodos en el teatro; se ha mejorado la visibilidad, la calefacción, pero también se han solucionado otras cuestiones más técnicas que eran necesarias en un espacio como éste”.

Para Miguel Ángel de Vicente, vicepresidente de la institución provincial y sustituto ayer del presidente Francisco Vázquez, otro de los aspectos a destacar ha sido la eliminación de barreras, "habiendo aumentado las plazas para personas con discapacidad de dos a doce, se falicita y abre el teatro a toda la población", señalaba. El diputado, además, destacaba la conversión de una zona de oficinas en un espacio para talleres relacionados con las artes escénicas, las obras en la fachada y la transformación de la sala de exposiciones en un pequeño escenario para espectáculos más reducidos.