Alice Wonder o la maravilla de empezar desnudos en una azotea el Winter Indie City

Ayer dio comienzo el invierno, el Winter Indie City, de la manera más extraña; poco más de sesenta personas observando y escuchando, sin pudor y con la boca abierta, cómo no había mejor manera de recibirlo que desnudos en una azotea. No habría hecho más falta que la voz de Alice Wonder para acogerlo con calor entre los brazos y los oídos.

Lo cierto es que no respetar un escrupuloso silencio, a pesar de la cerveza y los pinchos bien dispuestos por unos magníficos anfitriones como Víctor Sanz y los suyos, habría sido una auténtica locura, desde la primera nota de la guitarra eléctrica de la cantante, hasta el primer rayo de sol que se guardó para el día siguiente en un escenario con la Catedral y todo el PEAHIS detrás. La boca abierta por la música y por la escena era compartida a partes iguales.

Decíamos que a Alice Wonder le habría sobrado todo. Y no tiene nada que ver con la ropa, sino con el ropaje; eléctrico o acústico. La cantante tiene una de esas voces que es música por sí misma, y no sería difícil apostar por que habría conquistado al público de la misma manera, si se llega a olvidar cualquiera de las dos guitarras en casa; íntima, llena de matices, a veces abajo y otras arriba con uno de esos falsetes que pinchan hasta el esternón. La voz de Alice Wonder sonaba maravillosa y, a pesar de lo que su mejor amigo pensase momentos después del concierto a las puertas del baño, las canciones no perdían ni un solo matiz sin producción. La batería, el bajo y las guitarras están bien, pero a veces, a voces, basta con un silencio como el de ayer y con una Catedral iluminada para hacer música; aunque parezca que éstos no suenan.

Aparentemente tímida, y forzada a hacer algún comentario por la rebeldía de la afinación de su guitarra, Alice Wonder iba completando un repertorio propio en inglés en el que, además de alguna versión que ya ha hecho suya y que le dio a conocer en el mundo de las redes sociales, se coló un tema en español. Pese a que quien escribe es una fiel defensora del castellano y las letras en el idioma original, y aunque la canción sonó bien, la voz de Alice Wonder y el inglés hacen demasiada buena pareja como para quedarse en Madrid.

Por respetar el silencio y el desnudo ayer a veces daba apuro hasta aplaudir. Pero Alice Wonder se llevó aplausos tras cada tema, y una gran ovación final al terminar de un público de todos los tipos, estilos y edades imaginables. La octava edición del Winter Indie City comienza maravillando de forma maravillosa; y prepárense sus fieles, vienen meses de caluroso invierno.