Alberto Montes construye y deconstruye el paisaje para lograr la medalla de oro del Curso de Pintores Pensionados

Quince minutos después de haber sido proclamado Medalla de Oro del Curso de Pintores Pensionados de la Real Academia de San Quirce, Alberto Montes, de pantalones cortos y camisa amarilla, de New Balance en al menos los dos colores de la inauguración y la clausura, de barba de unos pocos días y sonrisa humilde, se apoyaba en el quicio de la puerta de entrada de La Alhóndiga, lugar donde desde ayer se expone la muestra del curso, y miraba con felicidad la pantalla de su móvil. Ajeno al champán. Ajeno a la gente que pasaba delante de su cuadro juzgando si era o no merecedor de la medalla. Ajeno a quien entraba y quien salía. Quizás, haciendo partícipes de su felicidad a familia y amigos, algunos de los cuales, según revelaba ante los medios de comunicación, le habían animado a pasar en Segovia tres semanas de su vida en las que lo mejor que se lleva enmarcado es, sin dudarlo y dicho de su boca con acento del sur, "los compañeros".

'Construcción/ Deconstrucción de paisaje' es el título de la obra ganadora de este año; una compuesta de siete pequeñas obras, con mucho trabajo de hacer y deshacer detrás, que el jurado quiso destacar por encima de 'Polilla' de Laura Ríos y de 'Paisaje I', de Vicente Herrero. Junto al lienzo ganador, al igual que junto al resto de los trabajos de los catorce pintores becados, una pequeña descripción de los días vividos en Segovia aplicados a la pieza finalizaba explicando lo que se pudo adivinar en Alberto Montes en cuanto fue nombrado ganador y dos abrazos de dos compañeras le asaltaron por ambos flancos; "¿Mi postura? Hablar con el corazón, con sinceridad, sin impostar", había escrito.

Sincera parecía su mirada a la medalla y a su diploma de vez en cuando. Y del corazón parecía salirle una media sonrisa, de boca y de ojos, mientras escuchaba a la tutora del curso, Laura de la Colina, decir "volveremos a Segovia y nunca la veremos con los mismos ojos". De la Colina dejaba sobre la mesa unos sombreros, símbolo "imprescindible en todos ellos durante estos días, pues representa la cabeza", y citaba a Nacha Guevara para afirmar que comienza "a comprender las bienvenidas mejor que los adioses".

Aún quedan unos días para que los catorce pintores se vean obligados a dar brochazos a esos adioses. Hasta entonces, en La Alhóndiga, se puede explorar su trabajo; ver cómo ha habido quien ha querido destacar los amarillos del verano, cómo quien ha encontrado las sombras y el fresco del verde y del río, ver cómo hay quien ha construido una serie de cuadros que parecen postales o quien le ha quitado el color a la ciudad para cederle todos los tonos al verano. También encontrarán el cuadro de Alberto Montes, el cuadro ganador cuyo proceso de construcción y deconstrucción explicaba así el autor: "Ha sido complicado. Ha sido de una lucha constante; la imagen la tenía más o menos resuelta desde el principio. Tengo dos obras; la grande, que es donde hago un paisaje desfragmentado a partir de bastantes fotografías, y luego están las siete pequeñas. Cojo detalles del paisaje y conformo un paisaje desfragmentado por cuadros individuales para luego meter todo en el grande. Ha sido intenso porque para hacer un cuadro de gran formato en tres semanas hay que echarle trabajo, hay que dedicarle un tiempo de reflexión, y tienes que estar encima del cuadro siempre. Había momentos en los que la imagen me superaba (...) Al final te das cuenta de que no resuelves la obra pintando, sino también despintando, deconstruyendo".