El espectáculo The Dance of Death abrió el gran desfile de carnaval, que a pesar de contar con pocas comparsas hizo disfrutar al escaso público que se dio cita en la calle.
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O mucho hace el Ayuntamiento de Segovia por implicar a los ciudadanos en la celebración de una fiesta de tanta tradición como diversión y algo hacen las comparsas por reinventarse y convertir a más fieles a su causa, o el esqueleto de cinco metros de altura que ayer inauguraba -por detrás de la alcaldesa y una parte mínima de la corporación municipal- el gran desfile de Carnaval acabará convirtiéndose en una metáfora de éste mismo en Segovia.
Ya van varios años en los que el Carnaval segoviano se queda poco a poco en los huesos; algo que no impide, no obstante, que algunas comparsas salgan a la calle, bailen desde San Millán hasta la Plaza Mayor, lo pasen bien y contagien al no excesivo público que observa el desfile a ambos lados de la calle hasta convertirse, tras el último grupo disfrazado, en procesión que sigue a los habitantes del bosque, los personajes manga, los medicamentos o los papagayos coloridos de Para Que Tú Lo Bailes. Hasta convertirse en una procesión que, por triste que suene, llega a estar formada por más gente que el propio desfile.
De cualquier manera, a pesar de lo esquelético de la comitiva y de la forma desordenada en que ésta hace sonar sus diferentes músicas, quienes estuvieron ayer dentro y fuera del gran desfile, en la calle, disfrutaron pasando un buen rato entre disfraces clásicos y modernos. La Calle Real fue testigo también de algún disfrazado chistoso y original, como el mexicano arreglamuros, y la simpatía de las personas que saludaban al paso del desfile, incluida la castañera de la Casa de los Picos, que no escatimó en movimientos de mano, terminaron por arreglar, junto al buen hacer de las comparsas, este Carnaval delgadito. Ya en la Plaza Mayor, con los huesos de The Dance of Death aparcados junto a la Catedral, muchos fueron los que se apuntaron al tradicional potaje de la Asociación de Cocineros de Segovia, cuya recaudación irá destinada a la Asociación FRATER, y otros tantos bailaron al ritmo de la acertada música de Los Poppis.

















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