El Museo Rodera Robles expone hasta el mes de marzo de 2017 una colección de fotografías que muestran el urbanismo de la ciudad en los años '20.
Ahora que los megapíxeles lo invaden todo, que los objetivos se cuelan hasta en el pliegue de una camisa y que los fotógrafos profesionales compiten con el atrevimiento de los aficionados, ahora es difícil imaginar la importancia de una cámara foránea, captándolo todo, en mitad de los felices años 20; cuando las mujeres llevaban melena corta y sombreros, y el crack del 29 aún no lo había roto todo. En Segovia, un vitoriano llamado Enrique Guinea Maquíbar escondía su ojo detrás de sus diferentes cámaras y dejaba para el recuerdo una serie de imágenes que, desde ayer y hasta el próximo mes de marzo de 2017, se exponen en el Museo Rodera Robles.
"En un momento determinado, nos ofrecen del Ayuntamiento de Vitoria unas fotos inéditas que Guinea había hecho en Segovia", explicaba Rafael Cantalejo, director del museo segoviano, en la inauguración de la muestra ayer. Entonces, junto a Juan José Bueno Maroto, Juan Ignacio Davía San José y Juan Pedro Velasco Sayago, los responsables del centro se ponían a trabajar en una exposición en cuya inauguración los comentarios más compartidos eran "esto sigue igual" y "esto está irreconocible". Y es que, tal y como acertaba a comentar Cantalejo, tanto a los encargados de mantener vivo el Museo Rodera Robles como a los ciudadanos en general les "interesan aspectos de la vida cotidiana, de la vida urbana"; saber cómo habríamos paseado con uno de esos sombreros o qué aspecto tenía el banco al que habríamos confiado nuestros ahorros.
Entre las imágenes, destaca la precisión con la que San Martín se muestra al objetivo de Guinea, prácticamente del mismo modo que se muestra a los de los reporteros gráficos de la ciudad que estos días retratan el aspecto de la fachada de la iglesia libre de coches. Además, como curiosidad, y teniendo en cuenta que la muestra fotográfica está acompañada en las vitrinas de objetos de aquella década, se puede apreciar el cambio de ubicación de la fuente de los leones en aquellos años; del lugar donde hoy se sitúa la estatua de Juan Bravo al espacio en el que en la actualidad está ubicada la fuente.
La iglesia de la Veracruz, el Monasterio del Parral, la plaza Mayor con una desmejorada Catedral, la calle Real cubierta de adoquines y algunos otros lugares que, según admitía Rafael Cantalejo, costó reconocer hasta a los propios comisarios de la exposición. No en vano, aunque la muestra se sitúa en 1925, la fecha de las fotografías no es exacta y ha resultado imposible establecerla en un tiempo determinado. "Ha costado con algunas imágenes encontrarles acomodo en el urbanismo de la actual ciudad", confesaba Cantalejo, quien señalaba como "curiosa" la fotografía de la Calle de los Desamparados, "tal y como estaba cuando Antonio Machado entraba y salía de su casa".
Postales que demuestran "la incipiente vena turística de la época", programas de fiestas de Segovia, ejemplares de periódicos como el Heraldo Segoviano y El Adelantado de Segovia o revistas como Esfera y Blanco y Negro, de las que Guinea era colaborador, completan una exposición en la que el tiempo parece querer hablar en escala de grises y contar que, aunque las casas señoriales que siempre eran de "los Algo" siguen en pie, la arquitectura de la sociedad ha cambiado y hay patrimonio que, casi cien años después, es un poquito de todos los segovianos; nuestro, de quienes nos sentimos orgullosos hoy en día de que cámaras de alemanes, americanos o japoneses lo fotografíen con tanta insistencia como con paciencia lo inmortalizó entonces un vitoriano.
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