La Feria del Libro de Segovia queda inaugurada con una interpretación conmovedora de los miembros de Euroculture

Cuando uno se sube a un escenario, siempre es recomendable tomar como referencia, como foco de atención, a alguien entre el público que, del mismo modo, muestre estar concentrado única y exclusivamente en lo que ocurre sobre las tablas. Y si los miembros de Euroculture Las Vértebras que ayer contribuyeron a una inauguración de la Feria del Libro poco habitual a las vividas hasta ahora en Segovia, más allá del corte de una cinta y un "¡queda inaugurada la Feria del libro!", se fijaron en él, seguramente eligieron a un niño de apenas cinco años, vestido de verde, que ya desde la primera interpretación del español Carlos, guitarra en mano, demostró por qué a los más pequeños se les debe educar desde la Cultura.

El niño, después de que el intérprete tocase dos canciones y bajase del escenario, exclamó con una mezcla de disgusto y reproche educado hacia sus abuelos por haber llegado 'tarde' -en realidad la inauguración acababa de empezar- "¡ya se van!". La concejala de Cultura, Marifé Santiago, siempre atenta a las manifestaciones espontáneas de los asistentes a los eventos culturales le advirtió, "no se van, ahora nos vamos nosotros con ellos". Efectivamente, esta especial y diferente inauguración acababa de empezar, y si lo que ocurría sobre el escenario, con jóvenes recitando en turco, otros interpretando la música y las palabras de Cervantes y Machado, y todos ellos cantando al unísono el Molondrón, era espectacular, aún más lo centrar el foco de atención en el pequeño, que aplaudía con ganas a la conclusión de cada representación y atendía sin pestañear a lo que ocurría sobre el tablado.

Momentos más tarde y tal y como le había advertido Marifé Santiago, el pequeño, tirando de sus abuelos, se fue con los miembros de Euroculture unos metros más allá, junto a los soportales y unos metros más alejados de las diez casetas que formarán la Feria del Libro este año. Junto al escenario improvisado, el niño de verde, el niño 'esperanza', se colocó en primera fila y observó atentamente los diferentes bailes. En el primero, conmovedor por los movimientos y por la música, tanto que un perro presente entre el público se inquietó demostrando que la capacidad de interpretar el arte es una de las pocas cosas que deshumaniza a los canes, el niño comprendió de tal manera lo que ocurría en escena que su cara desprendía una mezcla de admiración y angustia, de ganas de aplaudir y ganas de llorar.

Si los brazos de los bailarines se alzaban al cielo, él alzaba su mirada hasta la última yema de los dedos, si los pies bajaban al suelo, sus ojos pisaban el terreno en el mismo momento en el que estos tocaban firme. La Feria del Libro quedaba inaugurada con una certeza de fondo: que la Cultura mueve, conmueve, si se aprende desde el principio.