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CulturaLa noche debilita los corazones

DÍA DEL LIBRO 2016

La noche debilita los corazones

Ana Vázquez | 113 Viernes, 22 de Abril de 2016 Tiempo de lectura:

La primera 'Noche de los libros' tuvo un gran éxito de participación y fueron varias las personas que leyeron desde autores clásicos hasta textos de reciente creación, en un paseo literario en el que hasta se escribió poesía.

[Img #33373]Hay cosas que es necesario hacerlas de noche. Necesario o recomendado. Las palabras se vuelven más sinceras de noche; salen de los escondites como si la luna no tuviese luz para verlas y las manos supiesen trazarlas con más delicadeza. Por eso, quizás, la noche de los libros era necesaria para Segovia. Y era necesaria a esas horas; las once de la noche de un jueves. La duda era, ¿cuántos se atreverían a salir de sus salones y apagar las televisiones para dar una vuelta a las palabras? ¿una vuelta con las palabras? La respuesta es que fueron muchos más de los que se esperaban. Tantos, que incluso sorprendieron a Marifé Santiago, concejala de Cultura que acudía al Azoguejo, punto de encuentro, como en su convocatoria, como un extranjero con, bajo el brazo, un libro de pequeño formato.


No fue la única; allí estaba también la alcaldesa, varios concejales, algunos libreros, casi medio centenar de lectores y la compañía improvisada de los actores de la Compañía de Investigación Teatral del Instituto Superior de Danza Alicia Alonso, que con su forma de mirar a quien leía, con su manera de acompañar con bailes y gestos a las palabras y con su modo de ocupar cada lugar, como si fuera la primera y la última vez que fueran a ocuparlo, hacían entender a los presentes por qué Segovia necesita más gente como ellos. Gente capaz de buscar un rincón en el Rastro madrileño y teclear poesía con una máquina de escribir hasta devolverla por completo a la calle. Segovia ayer era un poco Madrid, un poco el Barcelona de 'Les nits de l'art'; o quizás sólo Segovia, una ciudad que también da síntomas de necesitar un Aleatorio o un local donde dejar que las palabras se vuelvan más sinceras.


[Img #33374]Ayer este local empezó siendo la misma calle. En la plaza de Artillería se empezó a soltar la munición; 'Me desordeno, amor, me desordeno' de Carilda Oliver abrió las páginas que se leyeron (y se escribieron) anoche. La música también se quiso sumar al encuentro, y viento y cuerdas sonaron antes de seguir Calle Real arriba. "Quien lo probó, lo sabe", terminaba la escritora Maribel Gilsanz su fragmento de lectura de Lope, junto a la Casa de Los Picos, "cada uno tiene su muerte", sentenciaba una de las hijas de la alcaldesa en la suya. Don Quijote y los molinos de viento no se perdían tampoco el paseo y, como si ya estuviese escrito el destino de la noche, se dejaban leer afirmando: "la aventura va guiando nuestras cosas mejor".


[Img #33375]Y así era; los más de setenta aventureros se dirigían a "la librería de César" y descubrían, como ya había anunciado la concejala, que aquello era un teatro. Los libros antiguos se dejaban respirar, pero también pedían irse a dormir, no eran horas, y después de una breve pero intensa parada con las palabras de Neruda, la noche de los libros seguía hasta La Uña Rota, en la que uno de sus editores esperaba la visita con vino para recibirla. El pan, la miga, la volvió a poner el sonido del oboe y la guitarra, y la pusieron también los poemas improvisados de Pablo, uno de los actores del Instituto. Con una camiseta negra en la que se leía "la rebelión empieza leyendo", se inspiraba sobre su máquina de escribir, acompañando con el sonido de sus teclas las Sevillanas del Siglo XVIII o 'El café de Chinitas'. Para aliarse con toda la poesía que llevaba dentro, a Pablo le habían bastado unas palabras: "luz", "oboe", "vale". Él recitaba "quiero ser un vale en tu boca" y cualquiera le negaba la ocurrencia.


La noche iba, como en la canción de Ismael Serrano, debilitando los corazones. Algunos paseantes cerraban los ojos y movían la cabeza para escuchar mejor. Otros miraban fijamente a quien recitaba a Lorca, gracias a quien hasta la Guardia Civil se sumaba a la sinceridad de la noche junto a la antigua Biblioteca. Era tarde, pasaban ya las doce y, como recordaba Marifé Santiago al llegar a casa de Antonio Machado, María Zambrano habría cumplido años. Cervantes habría muerto. A Shakesepare sólo le quedaban 24 horas para hacerlo.


[Img #33376]El silencio en casa del poeta contaba tantas cosas, que hasta el oboe sonaba a funeral. La noche se iba enterrando entre "hoy es siempre todavía" y "en un día como tantos, descansan bajo tierra". Hasta los teléfonos móviles sentían envidia de los libros y se volvían páginas por un momento. "Un gran libro sólo se revela a aquel que lo asume", leía Marifé Santiago, y las nubes azules de los catorce actores llovían esa revelación; actuando de manera loca y conmovedora, paseando como zombies por el jardín de Antonio Machado repitiendo "me regalas tu silencio y lo convierto en mudo ruido". Era hora de volver a casa; con los corazones un poco más débiles y un poco más fuertes, con las palabras dichas y las guardadas, con las enseñadas y las aprendidas, con el silencio y el murmullo de saber que Segovia necesita noches de éstas, y que éstas necesitan a Segovia.

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