El acto tuvo lugar en La Alhóndiga, donde un gran manuscrito recibió a los asistentes a la presentación.
Ayer al entrar a la sala superior de La Alhóndiga, y mientras abajo los cuadros de Juan Pita se concentraban una hora antes de la inauguración oficial de la exposición, un amplio manuscrito de Luis Javier Moreno recibía a los asistentes a la presentación del volumen II de su séptimo diario; un libro presentado de forma póstuma por su editor, Héctor Escobar, por la concejala de Cultura, Marifé Santiago, y por su gran amigo, Tomás Sánchez Santiago.
"¿Cómo se empieza a hablar de un poeta?", comenzaba su intervención Marifé Santiago, quien hablaba de Juan Gelman o José Emilio Pacheco al referirse a Luis Javier Moreno; un poeta que, sin embargo, estaba ayer ahí, hecho palabra en forma de diario. Y como decía la concejala "lo que trae un diario cuando se hace público es encerrar al tiempo y a nosotros en ese tiempo".
Así que allí quedaron encerrados durante una hora los conocidos y amigos de Luis Javier Moreno, en las palabras del escritor y también en las de Tomás Sánchez, quien acercó un poco la "distancia" del autor a los presentes. El amigo de Moreno que, junto a Francisco Otero, rescató este séptimo diario, comentaba que éste sólo llegaba hasta el año 1990 y que, sin embargo "aunque han pasado veinticinco años, es perfectamente adaptable al contexto de ahora". "Luis Javier era incapaz de vivir sin convertirlo todo en palabras", continuaba Tomás Sánchez con la radiografía de su amigo, y añadía, "la palabra 'distancia' es la que mejor lo define".
Escuchando a Sánchez leer citas como "soy uno que viene a desengañarlos dulcemente... lo propio es de todos", entraban ganas de dirigirse a la parte trasera de la sala, comprar un diario y ponerse a pasar páginas según el presentador iba narrando hechos de la vida del escritor; su manera de tomar "distancia y altura para no ser la primera persona de sus propios versos", su forma de hacer "líquido o arenoso" el idioma, su modo de volverse "invisible por cercanía" en los diarios... Y así hasta llegar al momento en el que Luis Javier Moreno decidió por primera vez cuadrarse "de otro modo frente a su escritura; cumpliendo con la misión de un diario" y hablando sobre 'Memoria' de Goya, la música de Mozart, el "exagerado valor del ahora", los encuentros con Gil de Biedma o las películas como 'La chaqueta metálica'.
"El diario termina con un alboroto de notas finales; él dice que lo va a hacer por consejo de los médicos y toma citas de otros escritores, de los periódicos...", afirmaba también Tomás Sánchez, quien antes de dar las gracias a los presentes, concluía: "si los dos ejes en un diario son el 'yo' y el tiempo, en Luis Javier son 'yo' y los espacios", a lo que Marifé Santiago añadía, "se escribe un diario porque se quiere estar... Una vivencia que te interesa a ti, se convierte en una vivencia universal"; y allí estaba Luis Javier Moreno, en forma de palabras, convirtiendo su séptimo diario en el de todos los presentes.






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