Juan Antonio Cuadrillero, Zak Tobias y Pedro Luis Gómez en categoría masculina, y Marta Mazaira, Cristina Giurcanu y Helena Herrero en categoría femenina se suben a los podios de la X Media Maratón de Segovia.
Normalmente, los domingos deportivos segovianos tienen protagonistas diminutos con retos pequeños, para quienes el verbo madrugar no existe como concepto, y a quienes no les importa cambiar dibujos animados por partidos con los amigos del cole. Sin embargo, ocurre que de vez en cuando, los domingos se envalentonan y se ponen las zapatillas que pasan el 38, los pantalones cortos, se cuelgan un dorsal e inventan una prueba a lo grande. Con cuestas gigantes, obstáculos en forma de adoquín, animadores al por mayor y competidores inmensos desde el mismo momento en el que pagan una inscripción y forman parte, como hoy, de una carrera de 21,5 Km.
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Una carrera de nombre ‘Media Maratón’ en la que hasta el viento se ha hecho gigante esta mañana para correr en proa de todos; en contra de cerca de 3.000 personas. También en dirección opuesta a la brigada paracaidista, que aunque finalmente sí ha podido volar sobre el Acueducto, ha visto modificada su ruta y ha aterrizado cerca de la Alameda, por los aires de grandeza de Eolo; corredor incansable incluso después de no poder ganar a Juan Antonio Cuadrillero, quien con una marca de 1:08:36 se convertía en campeón de la prueba.
Un tiempo largo después, el británico Zak Tobias y algo más tarde el segoviano Pedro Luis Gómez, completaban el podio de una carrera, que en categoría femenina se ha llevado Marta Mazaira, ganadora también en enero de la Monumental y vencedora hoy con 1:21:08, por delante de la rumana Cristina Giurcanu y de la todoterreno segoviana, Helena Herrero.
Hablábamos de Eolo y como les ha ocurrido a los corredores, resulta imposible dejarlo escapar libre a lo largo del relato; incluso de la carrera de menores, en las que las pequeñas piernas de los participantes saltaban y saltaban para evitarlo antes del petardo de salida. Algunos de los mayores ya lo temían cuando, cerca de las diez de la mañana se iban acercando al Acueducto y veían los árboles y las vallas agitarse con prisa, como banderas que ondean en son de paz: “lo malo es que te pega en contra a lo largo de todo el camino”, decían. Otros de ellos lo certificaban a su llegada, aunque sólo se habían hecho eco de su presencia especialmente en el paso junto al Alcázar. “El aire que había en ese tramo era endemoniado”, comentaban, medalla con la imagen del Torreón de Lozoya en mano.
Ésta, era el justo premio a más de una hora de carrera para unos y más de una hora y media para otros, que había comenzado pasadas las diez y media con el sonido “del disparo de salida más sonoro de cualquier carrera del mundo”, como comentaba la voz de la Media Maratón, mientras de fondo sonaban Enrique Iglesias y Ricky Martin, y la reina Isabel y toda la corte del sinodal de Aguilafuente se hacían fotos con los curiosos, antes de que una música-ruido acostumbrase a los oídos de los presentes, para que al oír del cañón el estampido, saliesen disparados hacia San Lorenzo, la Alameda del Parral, San Marcos, la Cuesta de los Hoyos, primer paso por el Acueducto, la calle Real, la Plaza Mayor, la bajada al Alcázar, José Zorrilla, el Arco de la Puerta de Madrid, la avenida de la Constitución, la Avenida Rey Juan Carlos, Padre Claret, Coronel Rexach, Fernández Ladreda y por fin, la meta con más antigüedad del mundo, el Acueducto. Cansa sólo con leerlo.
Después de haber escuchado a lo largo del camino las dulzainas, las campanas de cada iglesia, el ruido del agua al sentir las piraguas, la música de zumba… los corredores escuchaban los aplausos y ánimos de quienes esperaban –entre ellos la alcaldesa Clara Luquero y la concejala Marian Rueda, que animaba a algún corredor con ganas- junto al Acueducto con cámaras su paso triunfal hacia la meta.
Era un domingo grande; habían completado 21,5 km y habían cruzado la meta con sudor en la cara, haciendo un sprint final, con ligereza en los pies, con los ojos cerrados y el dedo apuntando al cielo, con los brazos en alto, disfrazados de mariposa, con la mirada perdida, con la sonrisa inmensa, con los ojos llorosos, con los niños en brazos y de la mano… Habían cruzado. Y eso... era lo verdaderamente gigante.


















corredor | Lunes, 11 de Abril de 2016 a las 20:48:19 horas
Para tu información, creo que el homologar la prueba supone un coste de mas de 6.000 euros, y mi opinión es que eso se debe invertir en los corredores y no en costes de Federaciones que no apoyan estas cosas, se limitan a homologar previo paso por taquilla y cobro por jueces.
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