Santa Teresa, de roble y seda

Fue el actual obispo de Segovia, Mons. César Franco Martínez, prologuista del libro, quien sugirió a la Corporación Provincial presidida por Francisco Vázquez reeditar este poemario dedicado a Santa Teresa en este año. “Lo merece la Santa y lo merece el libro”, asegura quien en el poco tiempo que lleva en Segovia ya ha demostrado su pasión por la literatura en la tierra de El Buscón de Quevedo y Santa Teresa, de San Juan de la Cruz y de Antonio Machado, del Sinodal de Aguilafuente y de las Bulas de Rodrigo de Borja que conserva la Catedral.

En la tarde de este miércoles de octubre, los asistentes al Salón de Actos de la Diputación tuvieron el privilegio de descubrir la calidad humana y el verbo sencillo y hondo de Carlos Murciano. No en vano, el gaditano es Premio Nacional de Poesía; Premio Francisco de Quevedo; Premio San Juan de la Cruz; Premio Internacional Antonio Machado, de Colliure; Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil; y Premio Internacional Atlántida, entre otros muchos reconocimientos.

Como explica César Franco en el prólogo, ‘De roble y seda’ es un diálogo cara a cara entre dos poetas, Carlos y Teresa. El propio Murciano, que en su poemario recoge la confesión de la de Ávila de que “no me entiendo con la gente de El Andalucía”, reconoce que “un andaluz que soy yo he intentado entenderla”.

Y lo hace en cuatro capítulos: Los caminos de Teresa, Teresa y el agua, Castillo interior (acaso el más difícil, ahondando en Las Moradas) y Las cosas de Teresa (la celda, la rueca, a reja, la alpargata… pero también la mirada, la palabra o las lágrimas), más una letrilla inicial del desconcierto y una final de la certidumbre.

Especialmente conmovedora es esta última, donde el poeta, haciendo suyas las Exclamaciones de la Santa, libera la metáfora del lugano, un pajarillo que se adapta a la cautividad y que suele imitar el canto de otros pájaros. “Aunque imite a otros, canta con su propia voz”, aclara Murciano. Los versos así lo indican:

“Canta el lugano en la rama
imitando al ruiseñor,
pero es suyo su dolor,
suyas su pena y su llama
Quien no os conoce, no os ama,
¡Oh verdadero amador!”

A lo largo del librito, que fluye solo, “…un agua trae otra”, se descubre la fortaleza y la suavidad de una mujer “santa, andariega, mística y reformadora”, que “tierna de roble y seda”, intenta “ir metiendo el mundo a borbotones”. ‘De roble y seda’ supone un auténtico homenaje a una de las autoras cumbre de la literatura mística.