Una diputada de disparate en disparate

Aunque hace tiempo que anunció ese propósito, la verdad es que “El topillo” nunca creyó que Beatriz Escudero, diputada por el PP de Segovia, fuera a denunciar ante la fiscalía al diputado del PSOE por la misma provincia, Juan Luís Gordo. Pensó que se trataba del típico “calentón” y que en todo caso en el PP quedaría alguien con suficiente cordura para disuadir a su diputada de la improcedencia de distraer a la fiscalía con una denuncia tan descabellada como la que finalmente presentó el pasado viernes.

Escudero, que fue noticia hace unos meses por las disparatadas argumentaciones con las que defendió en el Congreso la ley antiaborto de Ruiz-Gallardón, se considera poco menos que ultrajada por el hecho de que Gordo desvelara que en los años 2007 y 2008, mientras era portavoz municipal del PP en el Ayuntamiento de Segovia, su partido le abonó 36.432 euros. La denunciante no niega dicha percepción -devengada por una supuesta asesoría jurídica-, pero considera nada menos que delictivo el hecho de que el diputado tuviera acceso a ese dato y lo divulgara. Acusa a Gordo de haber vulnerado la Ley de Protección de Datos y de haberse servido de su cargo político para conocer una información reservada a la Administración Tributaria.

Hasta el más lego sabe que, descartado el delito de calumnia, una denuncia como la de Escudero no tiene recorrido jurídico alguno, máxime estando dirigida contra otro aforado que alegará que la retribución existió y que su divulgación forma parte del juego político. Para mayor inoportunidad, Escudero presentaba la denuncia en la fiscalía al día siguiente de que ella misma apoyara en el Congreso la controvertida Ley de Transparencia.

En lugar de ofenderse con tan escaso fundamento, a “El topillo” le gustaría que la diputada del PP explicara qué pintaba ella en el famoso viaje “gratis total” a Venecia y otras ciudades italianas disfrutado en su día por una nutrida expedición de consejeros y ejecutivos de la extinta Caja Segovia. Más que nada porque dicho viaje, justificado como un supuesto “curso de formación”, tuvo lugar en junio de 2008, meses después de que Escudero hubiera dejado de pertenecer al Consejo de la Caja al resultar ello incompatible con el escaño del Senado obtenido en las elecciones generales de marzo de ese año.

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