Decálogo de la formación continua

Ha comenzado un curso nuevo: el de los estudios. Bienvenido. Otros permanentes, como los de Economía Sostenible, Sociabilidad, Olimpismo, Ética y Estética, los hemos suspendido por deméritos propios. De ahí que haya menos becarios  chupando de la sopa boba que es la subvención a los que no dan la nota. Lo siento.

El curso más magistral lo dan los ríos día a día y hora a hora, en su continuo fluir y progresar. Como debe ser.

Un curso es una prueba de enormes dificultades, a las que hay que hay que sobreponerse y sobresaltar. Nada se regala por la cara. ¿Se entenderá de una vez por todas?

Curso o discurso, ésa es la cuestión. Ya veremos cuál ha elegido la Susanita de los ERE o no eres andaluz. Mujeres contra el paro aupado. Por dignidad, señoras.

Cursar humanidades, ciencias o tecnologías da igual. El caso concreto es obtener la licenciatura en cualquiera de ellas para trabajar más y mejor. ¿Piensa Vd. Lo contrario? Dígalo.

Un curso es una travesía de obstáculos, y toda travesía es sorprendente y sorprendida.
Aprendices somos y en el transcurso nos encontraremos.

Después de cursar, concursar. No hay otro remedio. No hay fin sin medios.

Curso alto el de las águilas; curso bajo el de los sapos.

A cursar si se quiere llegar. Lo demás es hablar por hablar.


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