La plaza del Nogal de Elías abarrotada de vecinos de Caballar y de pueblos cercanos, con más de 500 personas, entre ellas el presidente de la Diputación, Francisco Vázquez, y varios alcaldes de poblaciones de los alrededores y miembros de grupos folclóricos de toda la provincia fue el signo del cariño que tenían sus convecionos y amigos a Francisco García Blanco, en cuya memoria se celebró ayer el homenaje que organizaron en su memoria el Ayuntamiento de la localidad y la Asociación Cultural Caballar Se Mueve con la colaboración del Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana Manuel González Herrero.
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Luego sonó la música. El primer grupo en actuar fue el de Los Galletes de Puebla de Pedraza, en el que figuraba al bombo Pablo, uno de los nietos del homenajeado, y también actuaron Pablo Zamarrón; el Grupo de Danzas La Peana, de Laguna Rodrigo; Rodrigo Peñas y Francisco Javier Martín; Los Carriolos, de Hontoria; la Escuela de Dulzaina del Cristo del Mercado; Alameda, de Caballar; Godofredo y Antonio Simón, de Navas de Oro; la Escuela de Dulzaina de Etreros; el Grupo de Danzas de la Villa de Caballar, para finalizar con la actuación del propio grupo de García Blanco, Aires Segovianos-Los Pako's, y la interpretación, con todas las formaciones juntas, de la jota de 'La Niña'.
Toda su vida
Los organizadores del homenaje han recordado estos días la vida de Francisco García Blanco, que nació en Caballar en 1932 en el seno de una familia de labradores y músicos y que dedicó su vida al folclore. A los ocho años, tras la marcha del sacristán de su pueblo a Segovia, comenzo a asistir como monaguillo al párroco, el padre 'De Andrés', como señala Rodrigo Peñas Barroso en un escrito publicado con motivo del ciclo Música de Folclore en los Corralillos de 2010. Así se inició en la música, aunque la dulzaina llegaría más tarde y por la vía familiar. Paco continuó como monaguillo hasta los 17 años y a esa edad comenzó a aprender los secretos de la dulzaina de la mano de su primo Vicente Martín Blanco y el tío de ambos, Facundo Blanco Herrero, aunque ya su abuelo, Eloy Blanco 'El Chiquito', había sido tamborilero. Durante dos o tres años, Paco se desplazaba a El Cubillo para recibir lecciones de su tío y su primo, en los pocos ratos libres que le dejaba la labranza.
Su primera dulzaina, explica Rodrigo Peñas, llegaría por mediación de Mariano Contreras 'El Obispo', entonces compañero de su tío. «Le cuesta cincuenta duros de la época y pronto le da un buen uso pues recurren a él para tocar en Pelayos del Arroyo, donde hace la procesión con la única jota que por entonces se sabía: 'La niña'». Con su primer tamborilero, su primo Frutos Martín Blanco, hizo el baile de Adrada de Pirón durante dos años y luego les reclamaron desde otras localidades, como Brieva, Carrascal de la Cuesta o La Puebla.
Junto a su tío, el tamborilero Facundo Blanco, del vecino pueblo de El Cubillo, formó desde la década de 1960 una de las parejas más importantes de dulzaina y tamboril de Segovia. Además de recorrer toda la provincia en procesiones, bailes y actuaciones, en 1982 grabaron la cinta 'Aires segovianos'. También participaron, en 1986, en el trabajo de campo realizado por Gonzalo Pérez Trascasa para Radio Nacional de España. A este dúo se incorporaron luego Francisco García Contreras, Francisco García Herranz y Pablo Martín García, hijo y nietos del homenajeado. Tras la muerte del tamboritero cubillano en 1999, el grupo pasó a denominarse Los Pako's. Con él prosiguió la saga y en esta nueva etapa grabaron, en 2006, el CD 'Maestros'. Recientemente, se ha incorporado al grupo Germán Hermosa Burgos, marido de una de las nietas de Francisco.
García Blanco es uno de los testimonios de la «vieja escuela», de los grandes del folclore de Segovia. Su toque de su dulzaina ha sido una de las muestras fehacientes de la tradición de este instrumento en toda la provincia, junto a otros miembros de su generación, como Demetrio García Moreno, Luis Barreno, Mariano San Romualdo 'Silverio', Crescencio Martín o Mariano Contreras.
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