![[Img #19228]](upload/img/periodico/img_19228.png)
Ya he
comentado en alguna ocasión el injusto sambenito que durante mucho tiempo
arrastró Rodolfo Martín Villa como
prototipo de político incombustible que no se había bajado del coche oficial
desde su juventud, en la que encontró su primer cargo como Jefe Nacional del
SEU, el sindicato universitario del franquismo. Ese estreno en una poltrona pública
se produjo en 1962 y sin embargo en 1987 se retiró temporalmente de la
política, precisamente a raíz de renunciar en el último momento a ser el
candidato del Partido Demócrata Popular (PDP) a la presidencia de la Junta de Castilla y León en
las elecciones autonómicas de aquel año.
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| Rodolfo Martín Villa |
Tras aquella espantada, que facilitó la
victoria de José María Áznar, el leonés de Santa María del Páramo se retiró por un tiempo a la empresa
privada, conservando como único vestigio de su dilatado paso por el poder una
discreta escolta policial (entre las carteras ministeriales ocupadas en la
etapa de UCD había estado la de Interior). Doy fe de ello porque en la
primavera de 1988, con motivo del quinto aniversario del Estatuto de Castilla y
León, tuve ocasión de entrevistarle en su despacho de presidente de Cellophane Española, en el
madrileño Paseo de Rosales. “¿Qué tal lo está haciendo este José María Aznar
como presidente de la Junta?”,
recuerdo que me preguntó.
Golpes de
efectos aparte, como la retirada de las “visas” a los consejeros y la reducción
inicial del organigrama de la
Junta, Aznar andaba entonces haciéndole la cama a Antonio Hernández Mancha
y cultivando sus relaciones con los comunicadores más relevantes y otros
creadores de opinión en el foro madrileño. (Hace poco algún continuo
descubridor del Mediterráneo se ha enterado de, que antes de que Clavero Arévalo anunciara el “café para
todos”, Martín Villa barajó la posibilidad de aplicar en territorios como
Castilla y León el sucedáneo consistente en una Mancomunidad de Diputaciones).
Aunque solo dos años después, en 1989, fue repescado por
Aznar como diputado por Madrid y en 1997 pasó a presidir la privatizada Endesa,
el hecho es que lo que ahora se llama pisar moqueta oficial Martín Villa lo
hizo ininterrumpidamente solo 25 años (1962-1987). Y digo “solo” porque a estas alturas, la nómina de
políticos que han superado el cuarto de siglo en activo es amplísima.
La mayoría han ido saltando de un cargo a
otro y ello hace que su longevidad pase más inadvertida, como son los casos de Jesús Posada (1979), Juan José Lucas (1980) o Juan Carlos Aparicio (1983). El record
de permanencia en un mismo escaño parlamentario lo ostentan el socialista Jesús Caldera, diputado por Salamanca
desde 1982, y Miguel Angel Cortés,
diputado del PP por Valladolid desde 1989 (en política desde 1983). A
continuación de ellos se sitúa Javier León de la Riva, próximo a cumplir 18
años en la alcaldía de Valladolid, a la que llegó tras una carrera iniciada en
1987 como consejero de Cultura y Bienestar Social en el gobierno de José María
Aznar. A su provecta edad, 67 años cumplidos, León de la Riva ha declarado que no
aceptaría otro cargo que el de ser ministro, posibilidad afortunadamente harto
improbable.
El de León de la Riva es un caso atípico. Como
corresponde a un personaje sin parangón. Como he apuntado antes, lo normal es
ir mudándose de cargo para que la cosa se note menos. Se cambia de responsabilidad y es como si el contador se
pusiera a cero. Ahí tenemos el ejemplo del Delegado del Gobierno en Castilla y
León, Ramiro Ruiz Medrano, quién nadie diría que ha dejado a sus espaldas 17 años al frente la
Diputación de Valladolid, a cuya presidencia llegó por cierto
gracias a una moción de censura apoyada por un diputado trásfuga del CDS.
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| Juan Vicente Herrera |
Y a punto de cumplir 18 años ininterrumpidos
como consejero de la Junta
-seis a las órdenes de Juan José Lucas
y el resto con Juan Vicente Herrera- está Tomás Villanueva, record absoluto de permanencia en el gobierno de
Castilla y León y posiblemente en todo el Estado de las Autonomías.
Tras doce
años de "herrerato" y a falta de otros dos para agotar su actual
mandato, más
de uno considera que el actual gobierno autonómico presenta claros
síntomas de
cansancio político, que en determinadas consejerías llega al absoluto
agotamiento. Tras el próximo debate sobre el estado de la comunidad,
sería el
momento oportuno para soltar lastre y proceder al menos a cierto lavado
de
cara. Pero vista la trayectoria de Herrera y su conocida alergia a las
remodelaciones de gobierno, creo que nada mas lejos de su intención que
la incurrír en semejante audacia.
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