El príncipe heredero

Desde que María Dolores de Cospedal tuvo el lapsus de referirse a él como “presidente autonómico”, el secretario general del PP de Castilla y León y alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, viene siendo el centro de muchas miradas. Sus palabras, sus gestos y sus silencios son escrutados con especial atención dentro y fuera de su partido, así como por los medios de comunicación. Por más que insista en que no está en la carrera de la sucesión de Juan Vicente Herrera, Mañueco se ha convertido a ojos de casi todos en el precandidato número uno, condición que le va a acompañar a menos que el presidente de la Junta dé marcha atrás en su firme decisión de no presentarse a un nuevo mandato.

El alcalde salmantino ejerció ayer de anfitrión de Narahuito, el príncipe heredero de Japón, que echó la mañana en la ciudad del Tormes. “De príncipe heredero a príncipe heredero”, era el titular apócrifo con el que bromeaba ayer un colega salmantino. Broma que seguramente no le haría ninguna gracia a algún émulo doméstico de otro príncipe, el de Maquiavelo, que en los últimos días ha probado de su propia medicina.

Lapsus de Cospedal aparte, la convención celebrada por el PP en el Parador Nacional de Salamanca está teniendo otras secuelas, como la pregunta-denuncia formulada en el Congreso por Gaspar Llamazares. En ella el diputado de IU pregunta al gobierno si ha abierto una investigación interna para esclarecer los excesos en que a su juicio incurrieron los policías antidisturbios encargados de proteger el cónclave popular.

Según Llamazares los agentes de la Unidad de Intervención Policial nº 7, desplazada desde Valladolid, se extralimitaron en sus funciones, cargando de manera desproporcionada contra los manifestantes concentrados en las inmediaciones del Parador, que, aparte de los porrazos de rigor, fueron objeto de trato degradante y vejatorio. La denuncia se apoya en un vídeo con imágenes de la carga policial, así como en las denuncias presentadas por algunos de los manifestantes. En una de ellas una joven narra que mientras se encontraba caída en el suelo uno de los antidisturbios se dirigió a ella con la expresión “levántate, zorra”, al tiempo que otro le escupía a la cara.

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