Tarde de buen rollito en el "mausoleo"

Si había indicios de que el PSOE y la Junta andaban negociando vaya a usted a saber qué -lo de la financiación autonómica es simple escaparate, luego está la tienda y al fondo la trastienda- el pleno celebrado ayer en las Cortes despejó cualquier duda. Mientras en el Congreso de los Diputados Rajoy y Rubalcaba no se dan tregua, en el “mausoleo” Óscar López y Juan Vicente Herrera andan cada vez de mejor rollito. Y eso que para la Junta el interlocutor fetén, el que mejor les compra la mercancía averiada, es Julio Villarrubia…

Ayer a López sólo le faltó pedir disculpas por preguntar sobre las “discriminaciones” del gobierno Rajoy hacia Castilla y León. Y a Herrera solo le faltó agradecer la pregunta, que de hecho le vino muy bien para subrayar sus puntuales discrepancias con el ejecutivo central.

Se adivinaba a la legua la consigna compartida de no elevar el tono y de evitar cualquier reproche o descalificación que pudiera tensar el ambiente. El único que rozó esa frontera fué el habitualmente comedido Juan José Mateos, al que no le sentó nada bien que la socialista Angela Marqués le advirtiera de que podía pasar a la historia como el consejero que desmanteló la escuela pública. “Yo no sé por lo que pasaré a la historia, pro a mí no me van a sacar una foto como la que le sacaron a usted en Ponferrada hace unos días”, le espetó a la procuradora.

Aunque la frase para la historia la pronunció la consejera Alicia García. “Usted viene aquí a hacer política”, contestó al procurador que había cuestionado la actitud de la Consejería de Cultura ante el derrumbe de un paño de la muralla de Soria. Lo peor es que el consejero de Economía, Tomás Villanueva, reiteró la misma “acusación”, ante lo cual el socialista Fernández Cardo por una vez anduvo ágil y sacó a colación la famosa frase atribuida a Franco. “Haga usted como yo, no se meta en política”. Todo ello, eso sí, sin la menor acritud.

A la placidez de la tarde contribuyó que el grupo socialista no realizara ninguna pregunta sobre la Agenda de la Población, lo que evitó la habitual e intempestiva bronca que provoca el consejero de la Presidencia cada que le mientan el fracaso de ese invento.

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