Ya está expuesto a la venta de 15 € en las librerías segovianas A LO LARGO DEL RÍO RIAZA, acciones, pasiones y reflexiones de un viajero solitario, cuyo autor visionario evidentemente soy yo, y ustedes disculpen.
La descripción y la narración terrestre y pluvial me ha costado más de cinco años de trabajo literario-la escritura es más dura que la andadura- pero los he pasado, repasado y paseado con satisfacción, coloquiando conmigo mismo y con los paisanos que me salían al paso y encuentro: Ellos me doctoraron en historia y geografía, fauna y flora, canciones y versos, vestuario, costumbres y folclore popular junto a otras muchas quisicosas pequeñas pero importantes, vertidas en un estilo llano, ameno, moderno y poético. Gracias por el aplauso que estoy oyendo que me tributáis al leerme.
Parezco mi propia abuela por los ditirambos que me propino, acaso sin merecerlos, pero el asunto verdadero y principal de haber ido cabe el río tantas jornadas seguidas, desde el puerto de la Quesera en la Sierra de Ayllón, allá en la raya de Segovia con Guadalajara y Madrid, hasta cuando el Riaza desemboca sus afanes eléctricos y agroculturales en la Roa –Rauda romana- que circunda el Duero al tiempo de dormirse y sumergirse en él por el Oporto lusitano-atlántico, merecía la pena. Desde allí, barcos a otros mundos, con el Colón navegante español por delante de todos.
¡Cuánto monumento, cuanta historia natural y tallada en las hoces del Riaza, cuánto vuelo pajarero altivo de buitres de pico corvo y carroñeros otros, cuánta soledad desparramada de hortalizas y frutales nutritivos, con sus pros y sus contras, con sus olvidos, agravios y desagravios.
A partir de ahora me entregaré al Cega, ciego por la tierra de arenosos pinares que atraviesa. Entretanto, deleitaros con el curso agresivo del Riaza, que para vosotros se ha descrito y recorrido. Estoy seguro de que más de uno emprenderá la ruta que yo emprendí, seducido por el paisaje y el paisanaje que tanto me deslumbró. ¡Feliz viaje, paisanos! La lectura supone siempre una inducción a la acción. Que no falte, que el tiempo es largo como un río y se extrema igual que un chicle, si lo sabemos aprovechar. Y, mientras, oiréis cantar a los pájaros.
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