Las indecorosas deserciones en Caja España-Caja Duero

Mucho ha dado que hablar en los últimos días la cascada de deserciones en el Consejo de Administración de Caja España-Caja Duero. Y no es para menos, dada la personalidad y los antecedentes de algunos de los fugados. Es cierto que desde que se constituyó el Banco CEISS, los órganos rectores de la Caja quedaron desplazados de la gestión financiera y que el presidente de ambas entidades, Evaristo del Canto, les ha ignorado por completo. Pero ello no justifica el abandono del barco nodriza sin esperar al destino final del banco y sin afrontar la reconversión de la Caja en la fundación encargada de mantener la residual obra social.

Por sus responsabilidades políticas -presidenta del PP de León y de la Diputación provincial- particularmente impresentable resulta la deserción de Isabel Carrasco, perejil de todas las salsas cocinadas en Caja España desde mediados de los 90. Su abandono tiene mucho de desprecio hacia los impositores leoneses y hacia sus propios correligionarios que se mantienen en el Consejo, así como una bofetada a Juan Vicente Herrera y Tomás Villanueva, que han tutelado la desdichada travesía de Caja España y Caja Duero y se mantienen a la espera de su desenlace.

Otras dos deserciones que no tienen un pase son los de los empresarios Francisco Rubio Garcés y Juan Antonio Martín Mesonero, ambos procedentes de Caja Duero. El primero se ha beneficiado durante años de créditos y avales por importe de decenas de millones de euros, amén de contar con el patrocinio para el C.D. Numancia, del que es presidente y máximo accionista. Y el abandono de Martín Mesonero, presidente a la vez de la patronal y de la Cámara de Comercio de Salamanca, es de una profunda ingratitud hacia quienes apadrinaron su nombramiento como consejero, que se produjo pese a no formar parte de la asamblea general de Caja Duero.

La duda que se plantea es si toda esta cascada de deserciones habría tenido lugar si no se hubieran suprimido desde mayo de 2012 las dietas de 480 euros que cobraban los consejeros por cada reunión del Consejo de Adminsitración. No sé lo que pensarán ustedes, pero "El topillo" no tiene ninguna duda.

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