Almudena, Alfonsina, alfaguara, alfeñique, albahaca, albaricoque o albérchigo, alguacil, alcándara, alcancía, alcaldía…
Me suenan musicales esos nombres que se inician con un al palatino, derivado de paladar, aunque pareciera también derivarse de palacio por la riqueza fastuosa de su eufonía.
Son palabras que se encabalgan en la mente y van como al trote, al galope, al unísono casi, en una mar oleante de significados más ancho, largo y profundo que las vértebras de sus letras enlazadas.
Cualquier día de estos les compongo un poema a un ramillete de ellas, pues no en vano soy amante Cronista de lo antiguo y primordial, sensorial, señorial y testimonial.
Decid conmigo: alfil, aljama, alfombra; alfiler, aljofaina, alfaquí; alpargata, alpechín, almirez; alfaqueque, alféizar, alfarero; alfondoque, aljófar, alfanjor, aljaba, aljibe…
Almudena confórmase bien con almoneda y azucena; alcanfor huele y se asemeja a naftalina; alfanje corta y alférez luce y desfila; almogávar navega; almocafre curte la tierra; almohada da sueño y ensoñaciones; almizcle se te mezcla en la boca; almíbar y almendruco saben a infancia; almanaque nos cuenta los días...
Seguid, seguid paladeando palabras y palabras.
http://alhilodelavida.blogspot.com.es/
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