Ahora que ya no se fuma o se fuma menos, dos colillas pendoleras lanzadas al azar de la desvergüenza total han calcinado la tierra verde y arbolada del Alto Ampurdán. ¿Por qué, estúpidos?, os pregunto. ¿Crimen? Luego castigo. Porque ha sido para morirse de pena y amargura, tirándose al mar, como lo hicieron dos vecinos arrollados por las llamas. ¿Hasta cuándo?
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