Hace más de cuarenta días que la imagen de Nuestra señora de la Fuencisla patrona de Segovia fue ultrajada con el robo sacrílego de su corona grandiosa, la corona del niño y el brazo izquierdo de éste. El domingo día cuatro a las cinco de la tarde en la Catedral, queremos junto a Ella y con las coronas recuperadas y restauradas, desagraviar esta ofensa que se le ha hecho a ella, a su Hijo y a nosotros. Somos más sus devotos, los que la queremos como a nada ni a nadie en el mundo.
Es lo más entrañable, lo más sagrado, lo más grande para nosotros. Ella eligió el lugar de la Fuencisla (fuente que mana) como refugio predilecto de los segovianos y como corazón de los sentimientos de su pueblo que le adora y la visita en este Santuario, tranquilo y aislado, para cantar y rezar con agradecimiento y desde aquí subirla todos los años a la Catedral porque este bello y tranquilo refugio resulta pequeño para celebrar y acoger la multitud de fieles que la invocan sin cesar.
También en toda España, tierra de María, se la quiere como la más preciosa. Hoy venimos a decirla que la amamos con toda nuestra alma, que es nuestra madre que le damos las gracias por todo lo que ella es; obra entera de la maravillosa misericordia del Señor que la ha hecho la más santa de todas las santas, la llena de gracia y hermosura. De entre todas las criaturas humanas, la han hecho nada menos que la Madre de Dios, madre de nuestro Salvador, Jesucristo, Hijo de Dios vivo, Amor de los amores, fuente de todo amor. Fuencisla “fuente que mana” ¡que no nos toque nadie a la Madre de Dios, nuestra madre! ¡Nos pueden injuriar a nosotros, pero jamás, jamás a la Virgen y a su hijo, Cristo Nuestro Señor! Son lo más santo. Además, cuando esto ocurre se degrada el hombre, se rompe la convivencia, se nos humilla.
El primer domingo de marzo será un día de acción de gracias. De los labios de esta magna asamblea de fieles cristianos segovianos saldrá un gozoso e inmenso Magníficat, un canto de alabanza a Dios por la misericordia que se ha manifestado en favor nuestro al darnos a María, como madre y especial protectora de Segovia y su Tierra. Somos parte de todas las generaciones que felicitan a María porque el Poderoso ha hecho obras grandes en Ella y por Ella. Damos gracias por las grandes hazañas que Dios ha llevado a cabo en María y por Ella. Proclamamos la grandeza del Señor contemplando a la Virgen.
Allá donde se proclama la grandeza e inmensidad de Dios, sus magnas obras que nos sobrepasan, se deja entrar a Dios en nuestra historia y se le deja actuar. Entonces el hombre no queda empequeñecido, todo lo contrario, allí también el hombre queda engrandecido y el mundo resulta luminoso. En esta proclamación que hacemos de la grandeza de Dios en la engrandecida por El, María, nosotros mismos quedamos engrandecidos y todo se hace más luminoso. Así es Dios, como Ella lo proclama: grande, salvador, Señor de la historia y por ello presente permanentemente en nuestra historia como lo expresan las mismas palabras del cantico de María: "hace proezas, dispersa a los soberbios, derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, colma de bienes a los hambrientos, despide vacíos a los ricos y poderosos, auxilia a Israel, su siervo”. Se pone, pues, de parte de los últimos y su proyecto a menudo está oculto bajo el terreno opaco de las vicisitudes humanas, en las que triunfan, por un tiempo, los soberbios, los poderosos y los que acumulan riquezas. Sin embargo, su designio tiene la última palabra y muestra quiénes son sus predilectos, para los que será la victoria y su elevación: los que le temen, los humildes, Israel su siervo, María, su fiel esclava.
Virgen de la Fuencisla aquí nos tienes ayúdanos a creer y sentir la felicidad de la fe. Danos del agua de tus raudales, danos tu amor.
Ángel Rubio Castro
Obispo de Segovia







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