La física y la armonía: clausura memorable del Aula Andrés Laguna

Almudena Martín, licenciada en Física y Bellas Artes, cautiva al público con una conferencia que exploró las conexiones entre la estética, la música y la física.

La sede de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce acogió la clausura del Aula Andrés Laguna Ciclo ‘Ciencia, Medicina y Humanismo’, celebrada bajo el auspicio de la Fundación Lilly, con una ponencia que fusionó ciencia y música y deparó una velada inolvidable. Bajo el título La física en busca de armonía, la divulgadora científica Almudena Martín Castro, licenciada en Física y Bellas Artes, cautivó al público explorando las conexiones profundas entre la estética, la música y la física, acompañada por la exquisita interpretación en directo del cuarteto de cuerda Dalmare.

 

La tarde comenzó con un concierto del cuarteto Dalmare, cuya música de cámara envolvió a los asistentes en una atmósfera de serenidad y emoción. Con su característico carácter y claridad, agradeció a la Fundación Lilly la invitación y al cuarteto su concierto, prometiendo más música al final de su exposición como incentivo para mantener al público en sus asientos. Desde el inicio, su carisma y pasión por la divulgación fueron evidentes, logrando conectar con una audiencia diversa.

 

Relató su trayectoria académica, una combinación poco convencional de Bellas Artes, Piano y Física, que ella misma describió como «exótica» pero lógica. Su interés por la estética en las artes plásticas y la acústica en la música la llevó a estudiar Física en la UNED, motivada por una pregunta central: ¿por qué algo tan abstracto como la música, simples ondas de presión en el aire, puede emocionarnos hasta las lágrimas? Esta curiosidad, explicó, no solo marcó su camino, sino que refleja una conexión profunda entre disciplinas aparentemente dispares.

 

La ponente destacó también cómo la belleza y la armonía han sido motores en la historia de la física. Desde Pitágoras, considerado el primer físico, hasta gigantes como Einstein, los científicos han buscado en las matemáticas no solo precisión, sino también elegancia. Pitágoras, con su descubrimiento de las leyes de la consonancia, demostró que las proporciones numéricas simples en las cuerdas de un monocordio producen sonidos armónicos, mientras que las proporciones complejas generan disonancia. Para ilustrarlo, el cuarteto Dalmare tocó un acorde consonante, seguido de uno disonante, mostrando cómo pequeñas variaciones en las longitudes de las cuerdas alteran drásticamente la percepción sonora. «Esos números sencillos producen belleza», afirmó Martín, subrayando cómo Pitágoras vinculó la armonía matemática con la estética del cosmos.

 

 

Este concepto de cosmos, un universo ordenado y bello opuesto al caos, permeó el pensamiento griego y occidental. Durante la conferencia, se explicó cómo esta idea influyó no solo en la física, sino también en la música y el arte. En la música, el pensamiento pitagórico dio lugar a una tensión entre la teoría cerebral y la práctica intuitiva, que evolucionó con el tiempo hacia formas más expresivas, como la ópera, impulsada por figuras como Vincenzo Galilei. En el arte, las proporciones simples defendidas por Vitruvio inspiraron a arquitectos y artistas del Renacimiento, como Leonardo da Vinci, aunque la experta desmitificó la relación del Hombre de Vitruvio con el número áureo, aclarando que no hay evidencia documental de su uso.

 

La charla también abordó cómo la música y la física se entrelazaron en figuras como Kepler, quien asignó notas musicales a las órbitas planetarias, atribuyendo a Mercurio el rol de «soprano» por su órbita excéntrica. Incluso Newton, pese a su aversión a la música, aplicó la escala musical a su teoría óptica, dividiendo la luz en siete colores, un número que la ponente cuestionó con ingenio, proponiendo que el «añil» es un invento forzado.

 

En el siglo XX, la búsqueda de la belleza continuó guiando a físicos como Dirac, quien confiaba en la elegancia de sus ecuaciones como indicio de verdad, y Einstein, cuyo rechazo a la mecánica cuántica por considerarla «fea» lo dejó rezagado. La ponencia reflexionó sobre si la belleza es un criterio válido en la ciencia, concluyendo que, aunque puede ser un sesgo, también es una fuente de inspiración y una herramienta para crear modelos simples y comunicables.

 

El evento culminó con una nueva actuación del cuarteto Dalmare, que cerró la noche con la misma armonía que Martín había desentrañado en su intervención. Su exposición no solo clausuró con éxito el Aula Andrés Laguna Ciclo de conferencias ‘Ciencia, Medicina y Humanismo’, sino que dejó al público con una renovada apreciación por la intersección entre ciencia, arte y música, demostrando que la búsqueda de la armonía trasciende disciplinas y nos conecta con la esencia del cosmos.

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