Dejemos en paz el Salón

Por Ana María Herrero García

Hace poco más de un mes nos golpeó la noticia de que el actual Concejo había elegido el Salón como el espacio en el que se iban a situar en el futuro las ferias artesanales y otros eventos, e incluso el propio alcalde insistía en que el cambio no tenía marcha atrás porque el paseo del Salón es un espacio “muy agradable y tranquilo para la estancia de los ciudadanos que pueden pasear sin ningún peligro”.

 

¡Y tanto!, hasta que allí se instala algún evento que rompe esa armonía, como hemos podido comprobar en la reciente Feria de la Cerveza que asoló el espacio durante tres días, con música desde por la mañana, y un trasiego y afluencia de personas que nada tenía que ver con lo que se supone que tiene que ser una zona verde de una ciudad; e incluso el último día pudimos presenciar el fregado de su menaje en el propio jardín, en el caño con pileta de la que borboteaba generosamente la espuma. Esos días desaparecieron del Salón los paseantes habituales, los no habituales, y hasta los pájaros. Curiosamente lo consideraron un éxito cuando, visto lo visto, lo suyo sería impedir que semejante feria se repita en ese espacio y acabe convirtiéndose en “tradición”, que es lo que ocurre en esta ciudad cuando algo se celebra dos años seguidos.

 

Como era de esperar, los artesanos y personas implicadas en la organización de esas ferias no han tardado en responder a la propuesta con absoluta contundencia, hasta el punto de anunciar que se plantarán y dejarán de contar con nuestra ciudad para sus actividades. Necesitan tener visibilidad, y eso sólo se consigue en espacios con mucho tránsito como es la Avenida del Acueducto, o en algún caso la Plaza Mayor, que es muy adecuada por ejemplo para el Mercado Navideño, ya que en esos días ofrece un marco incomparable con todo el entorno iluminado.

 

Otro inconveniente para instalar ferias en ese emplazamiento es la evidente incomodidad de sus accesos, especialmente si hablamos de grandes cantidades de personas. Aunque llevamos tiempo pendientes de un remonte, se supone que éste debería servir para facilitar la subida y bajada principalmente a los vecinos de San Millán y del casco antiguo, no para convertir esa zona en la Gran Vía. En cuanto al ascensor del centro comercial, que es una magnífica opción para las personas en silla de ruedas o con alguna dificultad que lo utilizan a diario, no está pensado para un uso multitudinario como el que está fomentando el Ayuntamiento con esta iniciativa.

 

Pero es que faltan por salir a la palestra precisamente los colectivos que deben frenar totalmente el uso indebido de la que es por excelencia la zona verde del barrio, siendo además un jardín histórico que se debe cuidar con una sensibilidad especial. Conviene tener en cuenta que el casco antiguo es una zona totalmente castigada por la afluencia de turistas y el ruido de un ocio nocturno que está limitando la calidad de vida de los vecinos de manera alarmante. Necesitamos ese espacio libre de contaminación acústica y medioambiental, y que el Salón siga siendo el lugar en donde uno se puede aislar en ciertos momentos del estrés que nos producen las actividades que he mencionado. Desde hace tiempo todo tipo de ordenanzas y leyes autonómicas, nacionales y europeas avalan la defensa de estos espacios verdes, que actualmente se han convertido en piezas intocables para la sociedad.

 

Muchos vecinos del barrio confiamos en que la nueva junta de AVRAS (Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado) salga en defensa de algo tan irrenunciable para la convivencia vecinal, y además el conjunto de segovianos y visitantes -y desde luego los artesanos- se beneficiarán de que esos eventos sigan celebrándose en el lugar habitual, en lugar de invadir nuevos espacios del ya muy saturado casco histórico de la ciudad.

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